señor, señor

martes, 16 de abril de 2013

DEMONIZANDO LOS ESCRACHES

Desde hace un tiempo no paro de escuchar versiones encontradas de lo que son los escraches y no me parece en absoluto mal que personas diferentes, opinen de lo mismo distintas cosas. En eso consiste la riqueza humana: debatir, razonar, escuchar y tolerar las opiniones contrarias.

Ahora bien, cuando se mezcla el terrorismo y el nazismo con una manifestación ciudadana por un estado de malestar y sufrimiento continuo, ya me parece que se entra en un mecanismo de falta de respeto, de sentido común y una manipulación flagrante de la realidad.

Lo cierto es que siempre he pensado que la verdad es una, aunque la percepción de ella sea diversa, pero de ahí a comparar el holocausto judío o las muertes pistola en mano o bomba a distancia con las visitas a domicilio que están sufriendo los políticos, me parece que se está perdiendo la razón y estamos entrando en una locura colectiva de cierto sector de la sociedad, ansiosa por demonizar a aquellos que más están sufriendo o incluso arrojar más estiércol sobre el que ya tiene parte de la izquierda de este país.

Fuera de ideologías políticas y de aprovechamiento de circunstancias para el bien propio, me arriesgo a analizar esta situación, advirtiendo que mi visión es totalmente subjetiva, pues me puede el saber que todo esto tiene el comienzo en la dación en pago. Para que no me acusen de entrar en demagogias relatando la situación personal de esta parte de la sociedad, sólo diré que se les está diciendo que sin duda es más lógico que el banco se quede con la casa y la persona en la calle y con la deuda, porque así podrá rehacer su vida, teniendo que pagar una hipoteca de una casa que ya no tiene.

¿Verdad que si se dice así de claro y sin despidos en diferido, pierde el sentido común que le intenta otorgar el PP? Y los escraches los hacen estas personas, pidiendo en la calle, delante de sus casas, que les dejen comenzar una nueva vida. Sin casa, pero sin deuda.

 Tampoco hay que generalizar. No estoy de acuerdo con llamar asesinos o utilizar insultos, pues con ellos se pierde la razón. Y en cuanto a los niños, planteemos que en las casas de los políticos los hay y no tienen culpa de nada, pero también están en algunas casas donde va la policía abriendo puertas a golpe de martillo, así que ambas situaciones son injustas para los menores, pero en una se hace una protesta pacífica y en la otra se utiliza las fuerzas de seguridad del estado, que han pagado esas mismas familias desahuciadas.

Conclusión: no se trata de nazis, de terroristas ni inciviles garrulos. Son personas y si se molestasen en escuchar lo que tienen que decir y hacer algo por solucionar sus situaciones, nadie les molestaría en sus seguras viviendas. Es una protesta ciudadana ante una situación de indefensión. Les recuerdo que tener la mayoría absoluta no les impide pensar en esa mayoría que les votó y por las que están hoy en el Gobierno. No demonicéis los escraches para que se pierda el sentido de la protesta.

Señor, señor...

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