señor, señor

sábado, 24 de abril de 2021

¿Por qué se publican las esquelas y existen los/as influencers?

Ayer, en la puerta de la farmacia había una esquela pegada en la pared del portal contigüo. Un señor paseando al perro se paró para leerla con atención, mientras el animal olisqueaba la esquina para orinar con satisfacción en el mismo portal. Bonito detalle para el portal. Una esquela y el orín de los perros. Miré al señor. Quizás conocía a la persona y por eso pasó unos segundos allí, prestando atención a esas palabras que llevaban una cruz. La cruz es importante, porque es símbolo de la muerte de una persona. El señor se marchó. Otra señora pasó para dedicarle otros segundos y después continuó su camino con el carrito de la compra. La vida pasa, mientras la muerte sucede. Y las esquelas te lo recuerdan.

¿Por qué publicamos esquelas? Algunas van incluidas en los seguros de decesos. Escriban nombre, fecha de nacimiento y fallecimiento, lugar de la ceremonia o una frase breve, para mostrar que va a ser recordado por esos cuyos nombres van expuestos (o no) y poco más. Hasta ahí queda abonado. Antes se escribían estos avisos fúnebres para conocimiento de todos, en ausencia de otros medios. Hoy en día no encuentro el sentido más que para que una persona desconocida se pare a leer el nombre de un muerto o muerta y quizás se pregunte sobre la suya propia. Suena simple y quizás ordinario, pero la muerte es así. Simple y ordinaria.

El día en que se murió mi padre, todo el que le conocía lo supo y vino. Al tanatorio, al entierro, a la ceremonia y al acto conmemorativo un año después. Enterrar a una persona que amas es como necrosar un trocito de corazón, que luego vas alimentando de recuerdos para recuperarlo. Pero personalmente, no encuentro sentido a machacar tu corazón con publicaciones, ceremonias, noches de tanatorio y posterior recuerdo en forma de flores cada cierto tiempo. El que te sea conveniente. Pero es una cuestión personal. Tras morir, la vida de tus seres queridos se llena de opciones y de la libertad de observarlas. Y de decidir.

Hablar de esquelas y muerte no es popular. Ahora que están tan de moda los y las influencers, no me puedo imaginar que hablen de ésto. Creo que es mejor ahondar en cuestiones que se ponen de moda por boca de personas que decidieron influenciar las vidas de quien se deje, haciendo vídeos sobre lo importante que es llevar una cosa u otra, creando demandas para las marcas o lenguaje y estilo para que tengas "flow". O los y las youtubers que te enseñan los trucos de los videojuegos, bailes anodinos y te piden suscripción para seguir sumando sus tiempos sentados en una silla anatómica vendiendo ropa de su marca. Recapacitemos, subir vídeos a una plataforma para vigilar la subida del número de visitas (que no "views") y determinar la importancia de su persona, es ya una forma de vida. Por lo menos muchos. No metamos a todos. Y puede que lo simplifique, como la muerte, pero mis palabras no juzgan, sólo opinan.

¿Y qué tiene que ver un o una youtuber o influencer con personas mayores leyendo esquelas? Unos son vídeos con contenidos que dicen poco de las personas que viven y las otras son textos que no cuentan en realidad nada de importancia sobre la persona que murió. Entre medias nos perdemos detalles de la vida que nos completan o complementan. He dejado de observar con asombro a las personas que se dedican a influir a otras y son pagadas por ello, para intentar concluir que es exagerada la necesidad que tiene esta sociedad de que todos seamos iguales en cuerpo y mente.

Volviendo a las esquelas, ¿qué queda de una vida cuando se va? Y aquí es donde viene lo importante. También he prescindido de mirar las esquelas con tristeza para observarlas con curiosidad. No importa  cuándo nació o murió, sino qué es lo que hizo, algo que nunca ponen. Y se dejan lo importante. 

 La pregunta ¿eres feliz? es muy injusta, me dijo una vez alguien. Bueno, es injusta si el equilibrio no es bueno como para contestarla. No se puede ser feliz cada segundo de tu vida. La muerte interviene en parte de ella. La tristeza, la ansiedad, la depresión, la añoranza. Y los abrazos. A veces la vida te trae sentimientos que duelen o no quieres, pero que aparecen porque así es el ser humano. Rico en matices. Por eso soy feliz cuando pienso en  mi padre y su risa contagiosa. Se me caen las lágrimas cuando escucho a Frank Sinatra y extraño su forma de ver la vida. Me frustro cuando pienso en todo lo que se ha perdido y me llena de tranquilidad saber que no llegó a pasar por los momentos más duros de su enfermedad. Soy feliz cuando me río a carcajadas con mi marido. Siento tristeza cuando sé qué le pasa, confianza cuando entiendo la solución y ansiedad cuando no llega. Siento una alegría profunda en un beso con sabor a amor o un abrazo de ternura. Me lleno de melancolía cuando pienso en los que no pueden tenerlos. Soy postiva muy a menudo y veo negatividad muchas veces. Y en general, pienso que la vida te trae momentos brilantes, llenos de luz que hay que recoger y llenarte de ellos. Y situaciones donde esos besos y abrazos te curan como si se llevasen tu tristeza un poco más lejos para mirarla con perspectiva.

La vida y la muerte son dos cosas. Disfrutar de la primera, equilibrar sus designios, confrontar nuestros errores. No es tarea fácil, pero apuesto a que es más interesante que una esquela con poco que decir de alguien o un video de un o una influencer. No os equivoquéis. No comparo, sólo observo los intereses de cada uno y pienso que soy dueña de los míos. Esa es la gran fortuna.