señor, señor

viernes, 19 de noviembre de 2021

EL ESPÍRITU DE LA COMUNICACIÓN ES LIBRE

La comunicación es curiosa. Tiene un espíritu libre, porque se presta a interpretación. Durante la historia de la humanidad, se ha intentado analizar, descifrar y despiezar la comunicación en una necesidad impetuosa de someterla al raciocinio, pero como decía anteriormente, goza de una espiritualidad ligada a la libertad. Creo que es más fácil de entender con un ejemplo.

En un chat se recibe el mensaje siguiente: "Un alumno de 4º de Primaria aprovecha las discusiones de papá y mamá para repasar los elementos de la comunicación":


Antes de seguir leyendo, contestad a esta pregunta: ¿Qué emoción os ha causado? ¿Qué respuesta daríais?

Tras leer que un alumno repasa los elementos de la comunicación sobre lo que parece ser una discusión ya habitual entre papá y mamá (que seguirá por whatsApp), me ha parecido triste. Pero la primera reacción que he visto, a la que más adelante se han sumado varios, es la risa. He aquí mi análisis. Dependiendo de una personal interpretación o incluso de lo que arrastre a la mayoría, el receptor organizará su reacción. Igual o muy distinta ante un mismo mensaje.

Y es muy interesante pensar en cuántas reacciones a lo largo de nuestra vida, se han visto movidas por malas interpretaciones, falta de comunicación, o por situaciones o momentos en nuestra vida que nos disparan emociones más intensas, positivas o cubiertas con el filtro de la circunstancia. Quizás nos falte información a la hora de valorar el mensaje, por lo que la comunicación de un mismo mensaje puede tener múltiples interpretaciones, dependiendo de la situación emocional, el contexto, la relación con la persona/s... Por eso me parece tan complicado desentrañar el lenguaje verbal o no verbal.

Nos pasamos la vida interpretando mensajes de forma inconsciente y, a veces, llegamos a conclusiones tan equivocadas, que arruinan amistades, familias y parejas. La comunicación es vital, por lo que hay que tomar un tiempo para el análisis del mensaje, antes de concluir de forma visceral el significado. Si queda algún atisbo de duda, aún nos quedan más mensajes que transmitir e información que recabar. Pero tenemos el factor tiempo. No disfrutamos de él para poder llevar a cabo todo este proceso. Hago un inciso aquí, porque el excesivo análisis del mensaje en cada momento, es tan grave como no hacerlo. Es decir, cada mensaje tiene su capacidad de análisis. Distinguir entre ambos es fundamental. Imaginad a una persona tomando el tiempo de analizar cada mensaje recibido en cualquier contexto. Agotador y hasta enfermizo. Los analizables son en su mayoría aquellos que causan conflictos o sensaciones incómodas, que son una amplia minoría (según el contexto de cada uno, claro).

Y ahora viene una cuestión importante. Tras la conclusión irracional, tiene que llegar la incomodidad. Esa pequeña parte dentro de tu ser que te indica que hay algo que no cuadra. Puedes llamarla conciencia, sentido común. Al puzle le faltan piezas. No siento la satisfacción propia de un asunto resuelto o cerrado. Y detrás de él, un análisis. Sin duda, la fase más difícil y a la que no todo el mundo llega: si hay un atisbo de interpretación errónea o la simple certeza de la incorrección, ¿cómo resolverlo? Este momento es terrible para muchos. 

Algunos optan por ignorar el error y esperar que todo se resuelva por ciencia infusa. Anotación para ell@s: no va a suceder y la montaña se va a hacer cada vez más escarpada. El tiempo en estos casos no suele favorecer, porque tiende a enquistar una emoción y llevarla tan dentro, que el excesivo tiempo puede concluir con un olvido muy doloroso. Las personas tienden a convertirse en fantasmas del pasado.

Otros, se sientan en la silla de la indignación con su capa de victimismo, obviando esa vocecita que les dice que quizás no sean víctimas y mucho menos dignos del asiento que toman. Breve comentario para ést@s: con el tiempo os daréis cuenta de que la silla no existe y que la capa es invisible. Para entonces, puede que el asunto esté tan enmarañado o turbio, que ya no haya vuelta atrás. Conclusión: aquí el tiempo es vital, así que "levántate y anda". Sí, va a ser un milagro que lo hagan.

Nos quedan lo@s últim@s. Esos que llegan a la conclusión de que han pueden haber errado o están seguros de ello, analizan la situación y llegan a la conclusión de que abrir otro canal de comunicación para exponer dudas, recabar información y pedir disculpas, es la única solución. Porque necesitan de ella. De la solución. Vivir con la incomodidad de esa pequeña parte de tu ser que te dice que algo no cuadra, se torna muy incómodo y optan por la solución simple. Esa que los otros dos casos, no han sido capaces de ver, pese a su tremenda sencillez.  Tiempo de conclusiones. Toda comunicación tiene emisor y receptor que se intercambian (si es buena, será armoniosa) o dos emisores (sólo hablan, no escuchan), como en el caso del ejemplo del chat. Estos tres casos son aplicables a ambas partes. Puede que la responsabilidad de la mala interpretación sea de ambos y que estén en bucle con los dos primeros ejemplos (ignorar o victimizarse). Difícil solución. Auguro ruina de la relación. Pero como somos seres sociales, ya habrá otr@s ¿no? Bajo mi punto de vista, arruinar una relación, de la naturaleza que sea, por ignorar un conflicto o indignarse en una dimensión falsa o exagerada, requiere una pérdida que me niego a asumir, así que tiendo a hablar y buscar información. Aunque alguna vez también la he pifiado, claro. En varios casos, me he encontrado con que la otra parte está en la silla de la indignación y con la capa de víctima, y he llegado a la conclusión de que el orgullo pone a las personas en ese trono insano, así que opto por tratar de abrir una vía de comunicación y retirarme apaciblemente si no existe posibilidad de que se levanten. La sensación de haber intentado solucionarlo es infinitamente más dulce que la de obedecer al orgullo, pero cada uno que llegue a sus conclusiones.

Para los que optan por ignorar el problema, sólo queda que se conviertan en entes etéreos del pasado. Cada uno elige su camino. Estoy segura de que hay algunos otros casos. Si habéis experimentado otros, sois libres de añadirlos en comentarios. Creo que ser consciente del espíritu libertino de la comunicación, puede ayudar a solucionar conflictos derivados de la errónea interpretación del mensaje.

Respecto al ejemplo que os indicaba del chat, vuelto a decir que no encuentro divertido que el hábito de las discusiones entre padre y madre sean del ámbito del análisis escolar de un niño. Pero todo se presta a interpretación ¿verdad?

Señor, señor.