señor, señor

domingo, 2 de mayo de 2021

CARTA EN BLANCO

Carta en Blanco. En blanco significa sin palabras. Sin contenido. Carente de reflexión. Blanco que huele a libertad para poder hacer lo que cada uno quiera, reunirse con quién desee. Vitamina perfecta para ciudadanos frustrados, cansados y ávidos de esa libertad, aunque sea usada y maltratada. Ya estamos en postpandemia. Los datos médicos no importan, porque estamos vacunando. Y lo más importante, si no quieres ver a tu ex, podrás hacerlo.

Esta pandemia nos ha enseñado que en Madrid COVID-19 se denomina así por un COronaVIrus que surgió en Diciembre de 2019 y que hay que convivir con el virus. Ni estados de alarma ni confinamientos. Por eso los catalanes lo han hecho tan mal, con el clima vivido tienen el delito de tener todo cerrado y la gente en sus casas. 

También han confirmado que el problema de Madrid son los distritos del Sur, por el modo de vida que lleva nuestra inmigración y la densidad en esos distritos. También se dice que los ciudadanos al no poder fumar y no entender las normas, porque son muy confusas, acaban yéndose a las viviendas, lían las fiestas y provocan contagios. El problema es que les apretamos demasiado. Y Madrid es símbolo de libertad para salir de trabajar e ir al teatro o a tomarse una cervecita o un vino y ya de paso, evitar encontrarse con un exjefe. Eso es extremadamente importante. 

IFEMA ha demostrado a los madrileños que en los hospitales que tienen techos altos los pacientes sanan muy bien. Desde que Madrid es España dentro de España y que no es de nadie porque es de todos, los madrileños y las madrileñas están más tranquilos y tranquilas. Y todos ya sabemos, porque así nos lo han afirmado bien claro desde la España dentro de España, que no todos somos iguales ante la Ley, porque el Rey emérito no es como un ciudadano más. Es de otra categoría.
 
 
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Libertad sin responsabilidades, porque es lo que los madrileños y madrileñas merecen. Democracia en estado puro. Y hasta aquí la carta en blanco. No merece enviar propuestas a los votantes si con esta receta se ha cocinado la sopa de la victoria a fuego rápido, para evitar que piensen en los ingredientes. Todo está dicho.

El Madrid presentado en la carta en blanco, está en contra del Estado de Alarma y acusa a esta figura especificada en la Constitución de ser dictatorial, pero a su vez solicita que desde el gobierno central se determine qué hacer. El plan debe ser para todos por igual, pero Madrid puede sacar su comodín de libertad para desmarcarse del resto. Madrid se llena de angustia pensando en que requiere de legislación del gobierno central que decida qué escenario se quiere para el país. Pero no pasa nada, porque la justicia gobernará, pues no nos dicen cómo gestionarlo. Pero déjame gestionar que yo sé lo que hacer. Ups, ya me he liado.

Es curioso el uso de la democracia y la libertad en campaña. Democracia en sí misma es libertad e igualdad. La primera deja de ser vital en circunstancias extraordinarias, cuando perjudica la salud de una parte amplia de la población. Y para protegerlos, se restringe, que no se anula. La segunda, la igualdad, no menos importante. Los mismos que se llenan la boca de democracia, reconocen que va por categorías, pero no hay indignación en esa aseveración. Hay una afirmación obvia e impulsada.

Las cervecitas de las terrazas, el teatro, cine y otros espectáculos, también son disfrutados ahora en otras comunidades, que no en todas, por tristes estadísticas. Tristes, no con la connotación de desprecio, sino con emoción. Esa con la que los médicos muestran frustración ante la negación. La diferencia es que en Asturias, por ejemplo, al entender que el cine es un espacio cerrado, no se permite comer. En Madrid puedes bajarte la mascarilla en un espacio cerrado y comer hasta ansiarte durante dos o tres horas. Las que dure la película con sus anuncios. Tomar palomitas y nachos en el cine marca la diferencia de la libertad madrileña. Honestamente me he planteado qué difiere de ver una de las calles con más bares por metro cuadrado de la pequeña ciudad donde resido, de la imagen de libertad absoluta que pretende presentar Madrid. Si se paseasen por aquí esos que hablan de democracia y libertad lo mismo se les caían las lágrimas de felicidad. Diferente comunidad y sin elecciones. Por eso aquí no se anuncia eso de salir del trabajo e ir a tomarse una cervecita. O lo que convenga.
 
La carta en blanco también conlleva estadísticas. La curva epidemiológica se denomina mustia, así que se empapa de cerveza. La caña de España está en Madrid, recuerden. Y las fiestas, esas que se realizan debido a la falta de libertad y presión de los ciudadanos ante las medidas restrictivas. Madrid, adalid de libertad, tiene fiestas ilegales, como en Almería, Navarra, Zaragoza, Barcelona o Asturias. Y las tenía antes de la pandemia, pero no se veían en las noticias porque no provocaban contagios. Las personas no organizan más fiestas porque se sienten acorralados por la falta de libertad. Llevan toda la vida haciéndolas sin ser noticia, pero ahora salen en los medios porque pueden ser cómplices de colapsos de UCI y muertes. 

En fin, todo se vuelve blanco. Sin programa. Con la convicción de que la palabra democracia y el uso retorcido de la libertad, ofrecen la victoria que ya tiene asegurada Madrid. Porque no hay nada mejor que tener la razón y la confianza de arrasar usando torticeramente el cansancio ciudadano. Porque esos distritos maltratados, ya no tienen confianza en la política, y de eso también se nutren los libertadores y las libertadoras de Madrid con sello de persona y no de partido. Y lo mejor es que el extrañamente llamado centro está siendo deglutido por la candidatura con más cervecitas y libertad de todo el país. Hemos cambiado el viva el vino, pero va de lo mismo ¿no? 


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Fuentes:
https://bit.ly/3vzadqp
https://bit.ly/3eOLZ4A
https://bit.ly/3t7peht
https://bit.ly/3nE2GnB