señor, señor

sábado, 14 de noviembre de 2015

PEQUEÑAS COSAS

Qué poquito hace falta para esbozar una sonrisa y lo que a veces nos cuesta. Quiero hacer un homenaje a Petit Pop por su magnífica canción titulada "Pequeñas cosas", pero también por el resto. Como adultos, a veces perdemos la perspectiva de lo realmente importante y todas aquellas cosas que tenemos atesoradas en nuestra memoria y que nos hacían reír tanto.

http://petitpop.es/discografia/
Mis hijos llenan mi mundo de una extraordinaria elocuencia y sólo puedo sonreir al pensar en ellos. Me acuerdo de lo importante que es ser feliz y lo poquito que mostramos los adultos nuestros momentos de esa grandiosa emoción. Pienso que la felicidad existe en esas porciones grandes o pequeñas que te da la vida y a las que hay que acogerse sin más. ¿Qué te hace reír? Una cara curiosa en el momento propicio; una carcajada sincera y llena de sentido aislada en una fiesta de ruidos o conversaciones; la palabra "roñica"; la canción sobre metafísica infantil; esos tropiezos al hablar como decir "tantasma", "murciégalo", "titufos o "alora"; las batallas de cosquillas; un porqué e incluso un recuerdo sonoro u oloroso. Algunos recuerdos simplemente abren tu sonrisa de par en par.

Nos olvidamos tanto de reir que nos pasamos enfurruñados la mayor parte del día, insultando en el coche a aquella fenómena que te está pitando por una cosita de nada, al torpón que va en medio del carril o realizando bufidos constantes por el tráfico. Os invito a escuchar a Petit Pop para recordar todo eso que parece que está aislado en tu memoria y se despierta gracias a un grupo de asturianos que nos recuerdan lo que es ser niño a los adultos y hacen cantar a los más pequeños. Un homenaje a la felicidad que proporciona la infancia y la música. ¡Qué maravilla!

Las cosas más ínfimas se vuelven enormes. Tengo mi memoria llena de conversaciones con mi hijo mayor. Me fascinan esos momentos y creo que me ofrecen más de lo que él imagina. La última ha sido por un tema que quizás muchos piensen que debemos evitar o afrontar con tristeza. 

- Cariño ¿por qué me haces tantas preguntas sobre enfermedades incurables y tan complicadas? 
      - Pues porque me interesa la muerte
- Hijo ¿y por qué te interesa la muerte?
      - Porque me interesa saber cómo funciona el cuerpo humano

Siempre me acuerdo de aquella frase que me decían cuando era pequeña: "cuando seas padre comerás huevos", que viene a decir que no te van a explicar nada y que ya lo entenderás cuando seas mayor. Lejos de proclamar ese buque insignia, lo explico todo. Y si mi hijo me pregunta sobre la razón por la que falleció un ser querido, pues lo intento explicar de la mejor forma posible. Debido a su interés en el funcionamiento del cuerpo humano y los libros que tiene acerca del tema, me resulta más fácil que lo entienda. Y me mira, asiente, lo comprende y se queda satisfecho porque le cuento la verdad en un lenguaje adecuado. 

No sé cómo será el pequeño, quizás no pregunte tanto o no tenga curiosidad por el tamaño de la luna y el sol, por cómo viven las plantas pues son seres vivos, si los números son infinitos como el espacio o si dios es un fantasma. Estos momentos me colman, de verdad. Y me acuerdo de la cara de mis padres cuando mi hermano preguntó cómo nacían los niños. Esa mirada esquiva como si el tema no fuera con ellos. Supongo que eran otros tiempos o siguen siendo los mismos. Son diferentes formas de entender la vida y la mía es darle toda la información que pueda para que no sienta que hay temas intocables o imposibles. Abrir la puerta al mundo que se crea a su alrededor y si el asunto termina con una sonrisa de satisfacción, atesoraremos en nuestra memoria ese preciso instante.

En fin, pequeñas cosas que llenan mi mundo. Pero hay muchas más y parece que los adultos tendemos a esconder debajo de nuestro rol de trabajadores o padres toda aquella felicidad que nos llena. Y que conste que no me refiero a que debamos pintar nuestra sonrisa con el maquillaje de los recuerdos o a que no podamos quejarnos. Se trata sólo de que no olvidemos que, por encima de todo aquello, están esas pequeñas cosas que la infancia te da y te quita la madurez por una extraña razón que no acierto a entender. Hay mucho que aprender de los pequeños, pero igualmente sin hijos, hay mucho que hacer y recordar con la mente de un niño.


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