señor, señor

sábado, 26 de septiembre de 2015

PENSAR ANTES DE ODIAR

Me frustra y me provoca tristeza ver a tantas personas colgar en sus muros que en España la gente pasa hambre o no puede pagar las necesidades básicas de sus hijos, pero que sí hay para los inmigrantes. Diría que apliquemos aquella frase tan manida que dice: las comparaciones son odiosas. Todos necesitan ayuda y no hay que menospreciar la necesidad de unos frente a la de los otros, porque ninguno tiene ni la más remota idea de cómo se vive en cada punto de desesperación. 

https://goo.gl/PQ6bw9
Para aquellos que se ocupan de crear odio hacia los inmigrantes aseverando que se llevan los derechos sociales de los españoles, les diría que visiten un CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) para ver si esa es forma de vivir o les pregunten lo que han perdido, llorado o pasado antes de llegar a un continente que no les quiere. Los ejemplos nunca me han gustado, porque en España hay muchas personas que están en una situación tan crítica que es difícil de imaginar. Será porque empatizo por naturaleza, pero me duelen unos y otros. Me parece muy bien que se defienda lo nacional, pero no a costa de la miseria de otros.

Los CIE se destinan a extranjeros que no disponen de permiso de residencia y se calcula que sólo un 5% de ellos son expulsados a sus respectivos países, tras "vivir" en una prisión por haber cometido una falta. Les puedo asegurar que estar allí no es un lujo y ni siquiera cumple con los requisitos de algo tan conocido y tan obviado como la dignidad. Hay testimonios realmente desgarradores y situaciones que uno lamenta escuchar del país en el que vive. He encontrado el extracto de un informe que describe lo siguiente:
 
Los internos no disponen de una muda, permanecen días con la misma ropa interior, sin sábanas, con mantas que producen lesiones cutáneas, hacen sus necesidades en botellas al no poder salir al baño 9 horas durante la noche, hacinados en espacios húmedos y sin luz. Testimonios verificados permiten afirmar como convicción firme que han existido actos calificables de tortura a internos.”

Ahora me gustaría que pensasen si estas personas realmente están recibiendo la ayuda que necesitan los españoles. Si el padre apostado en huelga de hambre porque no tiene para pagar la educación de sus hijos es una víctima de estas personas. O esas familias que no tienen nada que dar de comer a sus hijos, están en peor o mejor situación que los inmigrantes. No tiene sentido todo esto y ¿nadie lo ve? No se pueden comparar las miserias de unos y otros. Las miserias son execrables en cualquier situación, religión o nacionalidad.

Quizás alguno piense que estos no son los refugiados o los inmigrantes a los que se refieren cuando realizan esas aseveraciones cargadas de tanto odio. Entonces ¿a cuales? Puede que quizás sean esos que vinieron a trabajar en épocas de vacas gordas para ganarse la vida en un país que ofrecía mejores oportunidades y ahora que les han despedido y no tienen trabajo, tienen la osadía de solicitar plazas en los colegios de los españoles o ayudas en los servicios gratuitos de los nacionales. 

Inmigrantes son todos, los que están en el sistema y los que no han tenido la misma fortuna, por lo que la generalidad de nuevo no entra dentro de lo llamado realidad. Por otra parte, hay muchos españoles que utilizan sus triquiñuelas para engañar al sistema y, teniendo una economía bien saneada, se sirven de esos recursos tan necesarios para algunos, co n el fin de ahorrarse unos euros. Pongamos el ejemplo de un rico, muy rico arquitecto, que lleva a su hija a una guardería privada en un audi, pero que mensualmente recibe una ayuda del Estado de 100€. ¿Cómo? Eso sería parte de otro análisis, pero de estas personas no decimos nada porque son españoles. Es mejor fomentar el odio a los desconocidos que se nutren de nuestro trabajado y merecido sistema, en lugar de enfadarnos con el Estado por no construir un mejor procedimiento o por haber permitido que se juegue al dominó con los recursos.

Pero ¿inmigrante y refugiado es lo mismo? Inmigrante es aquel que llega a otro país para establecerse en él. Muchos dicen que el mayor problema de España es haber dado vía libre a la entrada de inmigrantes sin contrato formal de trabajo. Ahora no somos capaces de reabsorberlos, como si fueran agua en arena. En el camino, me he encontrado con un artículo de un periódico para latinos en España que habla de unas declaraciones del conocido economista Santiago Niño Becerra:

"Pienso, siempre he pensado, que la residencia en un país para extranjeros ha de estar vinculada a un contrato de trabajo; y siempre he pensado que mientras un inmigrante se halle en un país ha de contar con absolutamente las mismas garantías legales que un originario histórico de ese país".

Refugiado es aquel que, a consecuencia de guerras, revoluciones o persecuciones políticas, se ve obligado a buscar refugio fuera de su país. Según la terminología, el inmigrante quiere establecerse en otro país y el refugiado sólo quiere huir, pero desconocemos el porcentaje de unos y otros que se quedan o se marchan tras un tiempo. Eso no se sabe, pero igualmente no importan los motivos o el futuro de estas personas, con tal de que no vengan a traspasarnos sus problemas o a empeorar los nuestros. De verdad que a veces la ironía, me congela los dedos al teclear... 

Los que tienen ahora preocupada no sólo a Europa, sino también a parte de América, son los sirios. Los civiles huyen con desesperación de una guerra que no han querido ni han provocado, pero ningún país les quiere. Todos los políticos han destinado sus máximos esfuerzos a hablar del peligro que supone abrir las puertas de sus respectivos países a tal cantidad ingente de personas sin recursos y han tejido finamente el lienzo del miedo. Hace una semana recogí del periódico The Vancouver Sun la siguiente imagen:

Es una visión que duele, porque aquí hay un hombre sirio con una niña desesperado por entrar en Hungría y un nacionalista intentando que no entre. Tened en cuenta que el país ha recibido a más de 150 mil inmigrantes en lo que va de año, aunque no se especifican más datos. Ya no pueden seguir recibiendo más gente, pese a la valla con púas de 175 kilómetros que han construido. Otros países ya toman medidas para evitar la entrada de estas personas en sus fronteras. Pero imágenes hay muchas, más o menos punzantes, como la del sirio llevando en brazos a un pequeño niño en medio de una carretera bajo la incesante lluvia.

No soy capaz de transmitir la profunda tristeza que me inunda leer todos esos comentarios diciendo que las puertas del mundo se cierran para aquellas personas que tratan de salvar sus vidas y las de sus hijos. Y no se trata de demagogia. Es empatía. ¿Qué pasa si te pones en su lugar por un segundo? Lo que me enfurece es que nadie habla de lo poco que se está haciendo para evitar que deban salir de sus países. 

Alguna noticia hay que me llena de esperanza. El mundo no sólo consiste en interiorizar comentarios groseros, cubiertos de odio y con una falta de certeza que asombra. Es también aprovechar la grandeza del ser humano. Chris Friesen (Director of settlement services of Inmigrant Services Society of B.C.) comenta que están recibiendo e-mails y llamadas de personas interesadas en contribuir esponsorizando a refugiados o preguntando si pueden ayudar como voluntarios de alguna forma. La situación le recuerda a 1999 cuando miles de refugiados procedentes de Kosovo huían de la guerra.  
The Vancouver Sun (5 Sep, 2015)
Cada uno ha de sacar sus propias conclusiones. No soy capaz de ponerme en el pellejo de ningún refugiado, inmigrante o español con una historia tan increíble de concebir en nuestros tiempos, pero tampoco soy capaz de medir el dolor de cada uno y juzgar quien se merece más o menos. Mi vara de medir la mediocridad del mundo está perdida en alguna parte que desconozco. Sólo quiero que seamos capaces de pensar antes de odiar.

http://goo.gl/Y5Aa9D