señor, señor

lunes, 2 de diciembre de 2013

ES CUESTIÓN DE EDUCACIÓN


Hace un tiempo fui al teatro para ver una obra "Escriba su nombre aquí" en la Sala Triángulo y me hizo pensar en la reducción a la que se ve abocado el ser humano en una sociedad donde, para unos eres un número de la Seguridad Social o de un Documento Nacional de Identidad y para otros una persona con nombre raro o una nacionalidad determinada. Si eres español, todos sabemos a grandes rasgos tu perfil, al igual que tus rasgos y personalidad quedan perfectamente definidos si naces en Estados Unidos, en Alemania o en China. Por supuesto, todos sabemos que llamarte de una determinada forma te dota de mucha personalidad o más bien poca, que ser alto favorece tu contratación laboral o ser rubia y llamarte Jennifer te aporta unas características muy particulares.

En fin, vivimos en una sociedad donde eres un nombre, varios números y una nacionalidad. No se permite la descoordinación, porque ya estás definido por muchas cosas. Se conoce a pies juntillas que hay que tener mentalidad alemana para ciertos asuntos, en época de crisis es muy útil haber nacido en Cataluña y para ser conciso o llegar a tiempo, sin duda los británicos.

¡Qué cantidad de prejuicios asimilamos a lo largo de nuestra vida! Y qué poco significamos en nuestro mundo, porque a veces sólo somos números y como mucho gente rara.

Tanto que me he reído en esta obra por ver reflejada una verdad con la lupa de la ironía y ahora me veo meditando sobre el significado de lo que somos y lo que nos valoramos como personas... Y más aún, al día siguiente me convierto en mi propio centro de crítica al evaluar una opinión sobre la actual ley de educación o Ley Wert, basándome en los prejuicios que tanto intento esquivar.

La frase de eres lo que lees, no me satisface en absoluto. Quiero creer que nuestra mente va más allá y no cree que todo lo que dicen los medios de comunicación es verdad y eso que estudié periodismo. En realidad la verdad a medias de todos ellos, sumada a tu propio criterio, suele dar buenos resultados y me quedo con una frase de Jordi Évole: “Periodismo es publicar algo que alguien no quiere que se publique. Lo demás son relaciones públicas.” Supongo que relaciones públicas con un determinado partido político o sus afiliados. Al fin y al cabo de nuevo, todos sabemos qué periódico debe leer uno o cuál radio escuchar si se es de una determinada ideología, porque el resto son retorcidas verdades para contar lo que un director de periódico cree.

La verdad es un ente desnudo. Algunos la visten con un orden dando más importancia a unos determinados criterios. Esos son los periodistas de información. Otros la visten con sus mejores galas/palabras y tiñen su pelo con valoraciones subjetivas. A estos los llamo periodistas de opinión. Una mayoría sin cuantificar, la disfrazan de la garterana para que parezca lo que ellos piensan. Estos son los periodistas de ideología. Y una minoría la encuentran preciosa desnuda y tratan de contarla a través de las voces de sus protagonistas, para que la sociedad saque sus propias conclusiones. Ellos son periodistas sociales.

No trato de discernir cuál es el mejor periodismo, sólo pretendo que seamos conscientes de lo que leemos y sepamos obtener de ello nuestro propio criterio. Vestir a la criatura de la forma que consideremos, pues la verdad, al igual que la justicia, se interpreta.

Y dicho esto, vayamos al prejuicio en el que caí aquel conflictivo sábado. Escuché decir que con la Ley Wert si quieres estudiar tienes que aprobar y eso está muy bien. Y ya son varias personas las que me dicen tal aseveración cargada de una razón tan contundente, que no hay forma de modificar ese criterio. Como tampoco entienden muy bien las manifestaciones de los estudiantes, pues aseguran que tratan de que se les pague la educación haciendo el vago. Y claro, mi carácter y yo saltamos a la vez. Tratándose de un lector habitual de cierto periódico, enseguida dije que esa era una tergiversación de la verdad promocionada por dicho medio. Pero reconozco que no está bien dicho.

Como decía, hubo una persona que me dio una lección. Tú tienes tu opinión y yo tengo la mía. No trates de convencerme de algo contrario a mi criterio, pues discutiremos pero no llegaremos a convencernos mutuamente. Y tenía razón. De momento no hay nadie que haya podido convencerme de que la Ley Wert es buena, como tampoco que es conveniente aprobar una ley en educación sin consenso suficiente para que venga otro partido a gobernar y de nuevo la cambie. Todas estas idas y venidas suponen un gasto para el Estado y los españoles, que no deberíamos asumir como correcto, además de la confusión que creas en el alumnado. Desde luego, lejos de mejorar nuestro balance educativo con Europa, lo empeora sustancialmente.

Para intentar aclarar un poco las razones de las protestas estudiantiles y que no se les vea como una panda de vagos sino como personas preocupadas por su futuro, quiero ahondar en varios puntos con ejemplos:

1.- La Universidad: Subida de tasas y modificación de becas - <<La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid aprueba un aumento de las tasas universitarias de entre el 20 y el 27 %. Esta subida se une a la del año anterior. En dos cursos, los precios de la matrícula en la Universidad pública madrileña se han encarecido una media del 65,6 %.>> El estudiar dependerá de si tienes dinero o no, independientemente de las becas de las que luego hablaré.

Además, si suspendes en alguna asignatura y tienes que volverte a matricular, las universidades pueden ir subiendo los precios, dependiendo si te has rematriculado dos, tres o cuatro veces en dicha asignatura.

De esta forma, sólo se permite tener un mal día, estar enfermo o no haber podido estudiar lo suficiente por cualquier justificación motivada, a los que tengan dinero. Si perteneces a una familia con pocos recursos, tu única opción es aprobar, pues no podrás matricularte de nuevo en esa asignatura si no puedes pagarla. Debe ser absolutamente delicioso estudiar bajo esta presión económica. Los estudiantes con dinero pueden permitirse fallar, sin que resulte una falta pues no dudo que tengan en su conciencia el dinero que cuesta estudiar.

Asimismo, las Universidades en Madrid tienen la potestad de seleccionar el precio que más les convenga. <<La Consejería de Educación de la Comunidad aprueba el máximo, pero los centros tienen libertad para asumir un precio más bajo>> De esta forma, dependerá de la universidad que selecciones el pagar más o menos. Un sistema justo y adecuado para una sociedad en crisis.

Para obtener una beca los alumnos deberán obtener una media de un 5,5 y un 6,5 para recibir alguna ayuda económica directa, para desplazamientos o residencias, por ejemplo. Hay que tener en cuenta que muchos estudiantes o una inmensa mayoría, deben desplazarse para estudiar o incluso deben hacerlo fuera de la población donde viven. Además, <<El Ministerio exigirá a los alumnos aprobar el 100% de los créditos matriculados (el 85% en enseñanzas técnicas) para poder renovar la beca.>>

En Extremadura, por ejemplo, hay una universidad pública con cuatro campus en Badajoz, Cáceres, Mérida y Plasencia. Dependiendo de la carrera que quieras estudiar, debes dirigirte a un Campus u otro. Si eres de Santiago de Alcántara y quieres estudiar Ingeniería Industrial, tienes que desplazarte diariamente a Badajoz o buscar una residencia allí. En caso de tener escasos recursos, debes tener en cuenta a una tierna edad que tu nota media debe ser de un 6,5 para poder desplazarte a cualquier universidad pública, sin necesidad de pensar en la carrera que quieras hacer. El mismo caso para poblaciones que se encuentren en comunidades tan extensas como Andalucía, donde hay diez universidades públicas o en Cataluña con ocho. Si no has nacido en una familia con recursos y además no has sido un buen estudiante en el colegio, pero tienes un sueño o meta profesional, puede que no puedas cumplirla porque el estado ha decidido que tu trayectoria escolar no ha tenido el sello de la excelencia. Los considerados malos estudiantes, tangan las razones que tengan para haberlo sido, tendrán muy difícil el acceso a la universidad, aunque les den la vía de la Formación Profesional. La cuestión es que no tendrán el derecho de elegir.

Quizás algunos piensen que tendremos mejores resultados en la evaluación europea si fomentamos la competitividad y premiamos a los buenos estudiantes, pero también estaremos creando una alta tasa de personal cualificado para labores que no desean desarrollar. Es decir, un grupo de personas sin recursos frustrados.

Este sistema no lo entiendo. Las becas deberían concederse a personas sin recursos (el sistema para demostrarlo hay que modificarlo), ya que conllevan la posibilidad de estudiar si no tienes medios. Los estudiantes con escaso dinero tienen derecho a que se les dé una oportunidad de tener un futuro igual de prometedor que el resto. Hay que pensar en la cantidad de personas que tuvieron malas notas en el colegio y luego acabaron siendo parte de la historia por sus descubrimientos o excelentes empresarios. Eso no significa dar carta blanca a nadie, sino elaborar un sistema adecuado que ayude a las personas que más lo necesiten y tengan verdaderos deseos de estudiar.

2.- El Colegio: reválidas, religión católica obligada y autonomía de los centros - La Ley establece el sistema de reválidas al final de cada etapa, de manera que las dos últimas serán al final de la ESO y al término del bachillerato. La nota media de ambas será de un 70% la calificación obtenida para la primera y un 30% la reválida y para la segunda un 60% a 40%. Lo más interesante se reelegirá a los directores de los centros en función del trabajo realizado en el que se incluirán los resultados de las reválidas. En mi opinión pasa de haber un interés real en que los alumnos aprendan y lo hagan bien a jugarse el puesto si tus alumnos no obtienen el resultado esperado y además crea competencia de notas o porcentajes de superación entre los centros. No veo por ninguna parte que se mejore el sistema de esta forma. Más bien creará colegios y alumnos de primera y segunda categoría.

De nuevo me viene a la cabeza la obra de teatro que mencioné al principio. Relegando a los alumnos a pertenecer a un grupo, a un número o a otro. No me parece que se esté creando un sistema equitativo con igualdad de oportunidades.

La religión católica como asignatura obligatoria ha sido otro epicentro de discordia, pero de este tema, sus consecuencias y los gastos que ocasiona al estado aconfesional, ya hablé en la entrada "La locura de la tolerancia: religión y estado".

El tercer factor a tener en cuenta es la pérdida de funciones del consejo escolar, formado por padres, alumnos y profesores, para dejar más poder a los directores. Me parece interesante remarcar lo importante que era que las personas que pagan la enseñanza, las que la reciben y aquellas que la imparten, colaboren en las decisiones que les afectan y les preocupan. Para mí siempre fue la máxima expresión de la democracia, pero parece que nos acercamos más a un sistema dictatorial, donde una sola persona representa el máximo poder. Como si tuviera mayoría absoluta para hacer y deshacer a su antojo y sin tener en cuenta a su prole. Me suena...Pero no trato de criminalizar a los directores de colegio, sólo el sistema que no permite una amplia participación de los actores del mismo.

También quisiera hacer una mención a la llamada "flexibilización de trayectorias", con la que tratan de definir la separación de formaciones acorde con las notas. A este gobierno se le da escandalosamente bien el uso de eufemismos (véase la entrada "La política de los eufemismos").

Según indica la LOMCE <<el cuarto curso de la ESO tendrá un carácter orientador y se podrá cursar para la iniciación al Bachillerato (enseñanzas académicas) o a la Formación Profesional (enseñanzas aplicadas)". El adelantar a los 14 años la toma de decisión del alumno sobre si su futuro será la FP o la  formación universitaria, no me parece que ayude a los estudiantes a labrarse un futuro mejor. A esas edades pocos tienen claro lo que quieren hacer y seguramente las familias con pocos recursos, optarán por la FP, hasta que ésta empiece a pagarse con un alto precio por la demanda que tendrá. Esto último es una apreciación personal. 

Finalmente, Wert nos deslumbró con su falta de sentido común en las becas Erasmus. Pese a que todos hablan de su alto coeficiente intelectual, dato que no me atrevo a rebatir, quisiera ahondar en la fallida relación que tiene el ministro entre la tan mencionada inteligencia y el sentido común. Recortando, se le fue la tijera y cortó los fondos a los estudiantes que ya estaban fuera cursando sus estudios. Hasta Bruselas tildó sus argumentos de "basura", asegurando que los fondos para dichas becas incluso aumentarían un 4% para 2014. Tanta fue la polémica, que pese a que le costó rectificar, por fin dio su brazo a torcer, asegurando que se había tratado de un error. Como otros muchos a los que no ha dado ese nombre...

Y de toda esta amalgama de decisiones sobre lo que debe ser la enseñanza pública y los recortes, me quedo con el criterio de Soledad Gallego-Díaz. El Ministro Wert debería recapacitar sobre si su ministerio debe basarse en los criterios del correspondiente a Montoro o basar sus decisiones en la importancia de la educación y la investigación, criterios sobre los que se asienta el crecimiento de cualquier país. Si realmente fuese Ministro de Educación, abogaría por defender el último céntimo destinado a su ministerio y no agachar la cabeza preparando una ley de recortes para adecuarla a los criterios del Ministerio de Hacienda. Quizás así se convertiría en un ministro controvertido para su presidente, por defender los intereses de los estudiantes por encima de otros criterios.

Desde luego, una ley aprobada por un solo partido y que carga con la promesa firmada del resto de grupos para derogarla en cuanto sea posible, no es buena. Una ley formada, redactada y aprobada sin tener en cuenta nadie, no puede ser justa. Una ley desprovista de consenso y de diálogo, no va a ser democrática.

La educación necesita una reforma, pero teniendo en cuenta a todos los actores que intervienen en la misma y consensuando los términos entre partidos. Aquí no hay debate, ni diálogo. 7 reformas educativas en 38 años de democracia no parece sensato. Señor, señor...

lunes, 21 de octubre de 2013

EL PAÍS QUE NO QUERÍA SOÑAR

Había una vez un chico que no soñaba con ser abogado, un hombre que nunca pensó en estudiar ni trabajar en alguna empresa y una niña que jamás quiso estudiar con sus propios libros. Y esto no es un cuento. Hay personas que no pueden soñar, pensar en estudiar o tener cosas tan básicas como libros de texto en el colegio, porque no pueden permitírselo. No hay un caso, hay infinidad de ellos. Es una realidad que algunos llaman demagogia y otros asumen como daños colaterales de la crisis, como si esto fuera un problema de definición o una guerra.

Este país está anclado a una democracia joven y hasta pueril, que se mueve por herencias de ideologías o votos. Una política que aguanta y sostiene la mentira como si fuera parte de ella misma y unos ciudadanos que siguen pensando que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Los mismos que me preguntan a quien van a votar si no es al PP o al PSOE.

Me pregunto a cuantas personas conozco que al cumplir los 18 años, sus padres les instaron a buscar una ideología, a estudiar los programas políticos o a entender el sistema electoral. Y me abruma el vacío completo y al preguntar al resto, la respuesta es tremendamente devastadora. Vivimos en un país cuyo voto mayoritario es heredado de padres a hijos. En algunos casos, ha ido rebotando entre dos siglas durante años. Algunos me han preguntado ¿qué otros partidos hay?

Navegando por internet, descubres que en 2008 se presentaron a las elecciones 99 partidos políticos, pero en 2011 había 3.951 partidos políticos inscritos en el Ministerio del Interior, entiendo que fruto de la falta de empatía que existe en este medio. Por supuesto, algunos son sorprendentes, por llamarlo de alguna forma, como el Partido Pirata o el Partido del Karma Democrático, pero hay un mundo después del bipartidismo. Quizás sería un ejercicio interesante y del todo democrático, que dediquemos un poco de nuestro tiempo a analizar diversos partidos, que nos ayuden a focalizar mejor nuestra ideología y pase de ser heredada a ser propia.

Como decía, la democracia es así llamada a la intervención del pueblo en el gobierno de un país. El problema es que se vota, se da una amplia mayoría a un proyecto que luego no se cumple. Los políticos y algunos medios lo llaman desafección de los ciudadanos hacia la política, pero yo creo que se equivocan y más bien es al revés. Son los políticos los que están faltos de afecto a la ciudadanía y sus problemas mundanos. Las elecciones sirven para ganar el poder y éste se consigue gracias a unos asesores que te dicen lo que la gente quiere oír en cada momento. Después tienes cuatro años para cumplirlo o no y no hay problema, porque cuando termine la legislatura tendrás tu sueldo nescafé por el resto de tu vida y si te lo has montado bien, uno, dos o tres sueldos más de la empresa privada de turno a la que hayas favorecido o a la que le interese tener tu imagen a la venta.

Como decía, este sistema crea una falta de empatía hacia los ciudadanos y sus problemas diarios. No hay herramientas para castigar suficientemente a aquellos que vulneran sus promesas o desechan su palabra como si fuera rastrojo. Y de nuevo, las personas castigan al mentiroso o al mal gestor con el voto hacia su enemigo más acérrimo. Y así van pasando los años, con el testigo de mano en mano entre uno y otro. Para ser más didácticos, es como si el papá preguntase al hijo después de una negación: ¿a quién quieres más a papá o a mamá? y el hijo por despecho, elige al contrario.

Esta situación provoca frustración, desasosiego y falta de conciencia democrática, de manera que, como todos dicen lo mismo, va a dar igual. Así que insto a investigar otros partidos políticos no para castigar, sino para querer mejorar y formar parte de un país que quiere soñar.

Pero volvamos a la política. He sacado en conclusión que normalmente cualquier gobierno determina las peores medidas durante los primeros años de su mandato y se dedica a cumplir algunos puntos de su programa en el último año, para favorecer las elecciones venideras, como si fuera el caramelito que das al niño de refuerzo positivo. De nuevo somos criaturas manipulables y dependiendo del periódico que leas, te venden una conclusión u otra, de manera que a veces, el sentido común se pierde en el camino.

Luego existen excepciones muy honrosas de personas que se quejan y manifiestan por lo que creen y lo llamamos marea blanca, verde, negra y la que está en contra de la precariedad laboral, que no tiene color porque no se puede manifestar porque trabaja. Si aquí se manifiestan los que están en paro, alguien dice en algún debate que se trata de unos vagos o vagabundos que no tienen otra cosa mejor que hacer y hay gente que se lo cree.

La ilusión surge cuando la marea blanca acude a los tribunales en busca de la protección de la sanidad pública, porque como dicen que el poder judicial es independiente del político, podemos ganar esa batalla. Pero luego nos enteramos que hay alguien que quiere agrupar todos los recursos para tomar una única decisión final, que resulta que es familiar de una consejera del gobierno de Extremadura y además es candidato al CGPJ (Consejo General del Poder Judicial), cargo que curiosamente otorga el PP, partido en el Gobierno. Y esto se convierte en un culebrón, donde los demandados dicen estar tranquilos y los demandantes afirman con una sonrisa algo forzada que confían en la justicia. Verán, mientras la justicia esté ligada al poder político, no veo atisbo de independencia. Pero dejemos que este asunto siga su curso.

Entre marea y marea, continuamos con los desahucios, las preferentes y los casos de personas buscando en la basura para dar de comer a sus hijos, mientras los diputados y diputadas debaten en el Congreso cuestiones de orden mayor y que afectan a los ciudadanos con una tablet y un teléfono de manzanita, bajo la cúpula de un edificio en reformas, porque se han encontrado pilares carcomidos. Curiosa e irónica providencia del destino, pues muchos ciudadanos tienen sus pilares de familia en el mismo estado sin posibilidad de reforma.

Alguno que otro dirá que ya estamos con la misma cantinela, pero es que no terminamos de interiorizar que Europa pide bajar nuestro déficit para continuar financiándonos y se está consiguiendo a base de recortar derechos sociales sin tocar otras partidas. Y me lo creería, si no fuera porque me informo en muchos medios de distinto calado y ves que muchos economistas hablan de otras alternativas para llegar a un resultado satisfactorio.

El sistema actual no funciona, pero debemos modificarlo para que todos podamos sostener unos recursos adecuados para los más desfavorecidos, creando un país solidario. No podemos dejar a los inmigrantes que han sostenido parte del sistema sin sanidad, a niños sin recursos que no tienen libros o becas de comedor y convertirnos en un país competitivo bajando salarios y subiendo impuestos para poder ponernos a la altura de China. Somos España y yo quiero un país diferente.

En fin, busco partido político que me devuelva un país que quiera soñar. Señor,  señor...



lunes, 16 de septiembre de 2013

LA LOCURA DE LA TOLERANCIA: RELIGIÓN Y ESTADO



Que una determinada religión sea una cuestión de Estado y que forme parte de la educación de un país, en mi opinión es un hecho tremendamente desatinado. Siendo un tema tan espinoso y sensible para una parte de la población española, procuraré ser lo más considerada posible, sin entrar en la ética que tanto promulga la religión católica de respeto y tolerancia con el prójimo, pues creo que son valores que se aprenden socialmente, sea de la ideología que sea el entorno que te rodee.

He conocido personas malvadas, jactándose de ser buenos cristianos, sobre todo los domingos, y excelentes seres humanos procedentes de culturas y religiones diferentes. Durante años hemos escuchado el mensaje falso y nocivo sobre un enemigo del mundo occidental encubierto con la capa del islam. Parece que la religión se convierte en un motivo de guerra encubierto. En mi opinión ha sido EEUU y más abruptamente el Sr. George W. Bush, quien ha organizado este mal llamado choque de civilizaciones en beneficio económico propio, por el petróleo, claro. Así uno puede llegar a la conclusión de que la estrategia del miedo basada en la inseguridad de que otras culturas o religiones te pueden destruir o mejor, pueden devastar a tu familia, conduce a guerras innecesarias y al estrago de aquellos que se encuentran en medio de una polémica que ni han creado ni quieren ni entienden. Luego la religión no es buena para la política y no es cabal hacerla partícipe del crecimiento de un Estado que debería ser libre en todas sus dimensiones.

Pero de la política del miedo y sus ventajas para unos pocos con visión imperialista, podría hablar en otra entrega. Lo que es España o debería ser según la Constitución española es de lo que quiero tratar. Algunos aseveran que España es laica y, por lo tanto, independiente de cualquier confesión u organización religiosa. Esto quiere decir que las autoridades políticas no se deben adherir públicamente a ninguna religión. Sin duda es la opción más independiente y que no acepta dudas al respecto. Quizás sea la versión a la que tenemos que intentar llegar, aunque creo que no se acomoda a la realidad actual.

Personalmente opto por pensar que España es aconfesional, es decir, que el Estado no pertenece a ninguna confesión religiosa. Como he comentado antes, esto no quiere decir que sea la mejor opción, sino que es la que más se ajustaría a una actualidad que poco a poco voy viendo borrosa. La Constitución española se basa en la neutralidad del Estado, pero permite o fomenta la colaboración con las diferentes confesiones religiosas para que puedan desarrollar sus actividades de forma libre.

Quizás ahora sea algo radical el concepto laicista, pues algunos expertos opinan que entraría en contradicción con el artículo 16.3 de la Constitución española que asegura la libertad de religión.  Esto ya implica el reconocimiento de una o varias religiones en el Estado, lo cual sería discordante con el laicismo al permitir la neutralidad pero no la indiferencia total.

La igualdad y no discriminación en función del sexo o la religión, también nos da una idea del peso que tiene en el Estado. El laicismo no puede contemplar discriminaciones sobre un concepto que en sí misma no adopta.

Por otra parte, en el artículo XXVII del acuerdo entre la Santa Sede Apostólica y el Estado Español indica que <<los planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Grados de Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas edades, incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales>> Esta aseveración no revela un Estado aconfesional ni por supuesto laico. Si bien es cierto que asegura no tener carácter obligatorio, sí se equipara con el resto de asignaturas, por lo que está obligando al sistema educativo a crear una asignatura "neutral" para quienes no quieran recibirla. Se manifiesta el derecho a recibir educación católica con medios públicos u otra materia que se modifica con cada gobierno de turno o se crea de la nada.

De cualquier forma, lo importante es que el Estado debe garantizar el derecho a la educación estableciendo unos medios de control de calidad en aquellos centros dependientes de él. Lo que no puede pretender es ofrecer garantías educativas para una determinada confesión religiosa,  pues anularía el preciado estatus de neutralidad. Además, no es comprensible hacer pagar a todos los españoles la educación religiosa de los que quieran tenerla y los que optan por no compartirla. Tampoco es viable asumir esos costes cuando el actual gobierno está argumentando recortes educativos por falta de medios económicos.

Para aderezar esta aseveración, se cree que <<el Estado aporta 500 millones de euros para pagar los sueldos de 33.440 profesores de religión, más 17 millones de euros para los sueldos de capellanes en cuarteles, hospitales y cárceles. A esto hay que añadir las indemnizaciones que ha tenido que abonar el Ministerio a los catequistas, en respuesta a sus reclamaciones>>

No queriendo hacer demagogia, la realidad es que si no hay presupuesto para favorecer las mejoras necesarias en la educación y desarrollarla en los conceptos educativos básicos, no veo porqué sí existen medios para una asignatura no obligatoria. No hay dinero para reforzar la labor del profesorado en matemáticas o lengua, pero sí para contratar los profesores que nos indique la Iglesia católica como apropiados para tal efecto. Como he comentado antes, existe un tratado firmado que habla sobre la necesidad de desarrollar y educar en dicha fe, pero también se dice que en un periodo de tres años, la financiación de la Iglesia católica se haga voluntariamente en la declaración de la renta de personas físicas y hoy en día, hay una partida <<en concepto de su actividad asistencial, labor docente y conservación del patrimonio histórico-artístico>> que parte del Estado.

Esta cantidad es independiente de la asignación que cada español que lo desee ofrece a través del IRPF, seleccionando la casilla "Iglesia católica". De hecho, aunque selecciones la casilla de "otros fines de interés social", parte de tu dinero sigue derivándose a la Iglesia católica a través de Cáritas, siendo supuestamente exclusivo para un fin social.

Asimismo, navegando por la web, encuentras numerosas opiniones sobre esta cuestión y conclusiones muy claras: <<si el dinero asignado a la casilla de la Iglesia católica lo resta Hacienda de los ingresos públicos totales, creyentes y no creyentes siguen contribuyendo al sostenimiento del catolicismo.>> Esto por supuesto, en detrimento de otras religiones con las que el Estado tiene acuerdos y no gozan del privilegio de la asignación en el IRPF.

En resumen, la Iglesia católica recibe el 0,7% de la famosa casilla para financiar la estructura de su organización y una porción del otro 0,7% destinada a "otros fines sociales". Desde luego tiene todas las ventajas que no tienen otras organizaciones o entidades de otras religiones.

Me llama la atención el apartado que indica que << la Iglesia católica declara su propósito de lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades.>> Me da la impresión, después de más de 30 años de propósitos, que los cubren sobradamente, pero claro depende de lo que entendamos por necesidades. Casi es mejor no cumplir con la intención y seguir con la forma que les favorece más.

No quiero ser el estandarte del agnosticismo o la abanderada que lucha contra la religión católica, pues respeto cualquier creencia, pero quiero poner sobre la mesa el tan necesario sentido común.  En mi opinión la Iglesia católica debería pagar a sus profesores y los medios materiales, estableciendo la asignatura de religión como una asignatura extraescolar para aquellos alumnos que, estudiando en un colegio público, quieran desarrollar esta materia. Dejo en el aire el hecho de utilizar o no las instalaciones,  pues no quisiera ser excesivamente meticulosa. Si la Iglesia católica tiene tanto interés en aleccionar a sus adeptos, que lo hagan con sus medios económicos y no con los de todos, independientemente de que queramos o no que nuestros hijos desarrollen esa vertiente religiosa.

En un Estado neutral, pues así queda expresado en la Constitución española, la Iglesia católica tampoco paga ciertos impuestos y cuando se habla de recaudar el IBI de las numerosas propiedades que tienen, con un fin recaudatorio y beneficioso para todos o incluso para partidas como la educación o la sanidad, amenazan con retirar las ayudas de Cáritas a las personas más desfavorecidas. Sin duda un acto misericordioso y coherente con sus enseñanzas, quitar la ayuda a los que más lo necesitan y no tocar otros gastos como los dedicados a sus vanagloriadas vestimentas, joyas, alojamientos o viajes notorios para suministrar esa fe tan necesaria.

Para tantear los números, se calcula que <<la exención de impuestos le supone un ahorro a la Iglesia de 750 millones de euros, considerados a efectos de estos cálculos como una ayuda más del Estado a la Iglesia>>

Llegados a este punto, quería también expresar la idea contraria sobre la relación entre el Estado y la Iglesia católica. Aluden a la gran labor realizada socialmente, a que reciben sólo las subvenciones y los derechos de otras asociaciones de ámbito social y no lucrativas y además, indican que <<son cerca de 14.000 millones de euros lo que la Iglesia ahorra al Estado en la prestación de los servicios y atenciones que corresponderían desarrollar a las Administraciones públicas>>.

Dadas las cifras anteriormente mencionadas, los beneficios que se obtienen y la falta de los mismos que tienen las asociaciones mencionadas, pues no reciben el 0,7% íntegro que recibe dicha confesión religiosa, creo que no es cierto, como tampoco lo es que haya un ataque frontal y desmesurado contra el catolicismo por parte de la izquierda. En mi opinión, se trata de ajustarse al momento actual para afirmar que no es de rigor solicitar un esfuerzo a los ciudadanos y no hacer lo propio con una entidad que cuenta con bastantes más recursos a nivel mundial, que una persona de a pie. Simplemente, me parece injusto y contradictorio con las doctrinas que promulgan.

No se trata de ningunear a una confesión religiosa. Utilizando el sentido común se saca en conclusión que en el Estado Español, la Iglesia católica no tiene los mismos beneficios (de cualquier tipo) que otras confesiones y otras entidades de ayuda social, que desarrollan una labor digamos tan importante como ellos. Y contra esto, creo que no hay lugar a dudas. Luego podremos entrar las cifras sobre sus feligreses, pero estaremos ahondando también en el poder y la extensión de dicha confesión religiosa para poder inculcar su fe a una mayoría aplastante.

Continuando con las cifras, finalmente, profundizaré sobre la famosa dotación con la que cuentan por la asignación marcada en el IRPF. Según el periódico El País, la Iglesia católica recibió 159 millones de Euros en el año 2010, en el 2011 y la misma cantidad en 2012, sin sufrir los recortes que han existido en otras partidas. El resto de porciones que recibe por unos conceptos u otros, en mi opinión es confuso y desmesurado en cualquiera de los números que he visto. Pienso en la cantidad de discursos que he oído a lo largo de mi vida sobre lo importante que es ayudar sin ánimo de lucro. Predicar con el ejemplo...

Algunos pensaréis que hay muchas personas beneficiándose de las ayudas de la Iglesia católica, que sostiene a familias al borde de la desesperación. También lo hacen otras organizaciones sin esas enormes ayudas económicas y pocos las defienden o hablan de ellas en los telediarios con tanta pasión.

El Estado debería ser libre y laico. La Iglesia católica debería sostenerse por sí sola y la contribución privada de sus fieles, cifra que no he mencionado aquí, pues se desconoce realmente y supongo que no interesa que se haga pública.

Quizás las religiones no sean adversas en sí mismas y sí lo sea el uso que el ser humano hace de ellas (normalmente en beneficio propio). Las utilizan para sembrar el miedo, con el fin de provocar guerras y/o ganar dinero, para empobrecer al ser humano y manipularlo a su antojo e incluso para coartar libertades. Es cuestión de interpretar de una forma u otra los textos, que por otra parte vienen de épocas remotas, donde el contexto, la vida y las sociedades eran totalmente diferentes.

Las religiones pocas veces evolucionan o lo hacen a un ritmo inapropiado. No se ajustan a la realidad del momento, son inmovilistas y susceptibles de cualquier interpretación. El poder sugestivo o de palabra de las personas que las utilizan es inmenso y jugoso. Por eso, en mi opinión, las religiones no deberían formar parte de las decisiones o la economía de un país. Sus ciudadanos, siendo liberados por el estado, tendrían que poder elegir su religión y su residencia dentro del globo.

En un utópico mundo, no existirían países para judíos, islamistas, católicos etc. Debería existir uno para todos ellos. Mientras la religión y el estado vayan de la mano, esto seguirá siendo mi sueño y nada más. Bienvenidos a la locura de la tolerancia.