señor, señor

viernes, 27 de mayo de 2016

REQUIEM POR LA DEMOCRACIA

¿Vivimos en una democracia? Es una pregunta simple que para cualquier europeo se convierte en una afirmación con signos de admiración. En España estamos orgullosos de haber salido de una dictadura, habiendo tomado el camino de la democracia por la vía más pacifica posible. Para muchos somos un ejemplo de transformación, aunque lo hayamos hecho a costa del salvoconducto de los que asesinaron y/o sustentaron y defendieron la dictadura, hoy muy vivos en la mente de algunos.

Noam Chomsky tiene una visión de la realidad americana que, en mi opinión, puede extenderse al mundo y que tiene mucho que ver con la verdad sobre la democracia. Asistimos a su destrucción a plazos, porque cada día la rompen en pequeños pedazos cubriendo cada trozo de una necesidad inexistente. Pero para que seamos conscientes de hasta dónde llega nuestra ceguera, recuperemos el significado real porque no es más que la soberanía popular. El poder ejercido por los ciudadanos. Y nos creemos que vivimos en ella porque votamos para elegir a nuestros representantes, aquellos que venden el producto con un eslogan y hacen marketing para comprar el voto de las masas. Lo cierto es que cada campaña política requiere dinero y ¿adivinan de dónde sale? De las entidades financieras y gigantes multinacionales. Supongo que sacarán en conclusión que no es gratis, por lo que su programa llevará el sello que ellos marcan y les puedo asegurar que no será el del interés de todos, más bien el de esas entidades. 

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El poder se alimenta de dinero y a ambos no les gusta la democracia porque les quita poder para dárselo a los ciudadanos, así que harán todo lo posible porque no se asiente, desarrolle y crezca. Así, los estados invierten el dinero en los bancos y no en los ciudadanos, bajo la amenaza de la destrucción de todo, cuando lo único que están protegiendo son sus propios intereses. Crean leyes acordes a sus necesidades y manipulan los impuestos para beneficiarse mutuamente, cerrando así el círculo.
 
Pongamos como ejemplo los incendios en el estado de Alberta, Canadá. Las aseguradoras están diciendo que no van a poder cubrir todos los gastos del desastre y que van a arruinarse a consecuencia de ello, pero nunca mencionando los cuantiosos beneficios cosechados anteriormente y que servirían para pagar mil incendios como ese. Las petroleras dirán que las pérdidas son incalculables porque llevan semanas sin poder extraer en la zona. El Gobierno de Canadá hará un discurso hablando de la solidaridad nacional y el resultado es que apoyarán a las aseguradoras con un dinero que saldrá del bolsillo de todos los canadienses a través de los impuestos, de manera que las aseguradoras no pierden. Por otra parte, subirán el precio del combustible, haciendo que las petroleras recuperen sus pingües beneficios y a través de los impuestos, que se pagan al llenar el depósito del coche. Los ciudadanos nuevamente costean las consecuencias de un desastre natural.

Pongamos ahora el ejemplo español de otro tipo de desastre (provocado por el hombre). Los bancos maquillan sus cuentas para parecer solventes, mientras la gran estafa se va cociendo a fuego lento. El dinero que entra va para los pocos de siempre y cuando la verdad sale a la luz, el Estado sostiene el sistema con dinero que saldrá del bolsillo de los ciudadanos, en base a la amenaza de la destrucción del sistema bancario (concepto conocido como: Too big to fail). De esta manera, hagan lo que hagan siempre estará "Papá Estado" dispuesto a acudir a cuantos rescates sean necesarios. Ese es dinero público y no se equivoquen porque no crece de los árboles ni se presta sin comisión. Todo ello sale de los impuestos que pagamos, por lo que al final, son los ciudadanos los que lo soportan. Y eso no es democracia, porque ni se vota ni se decide, se impone pero con un método que impide su obviedad. Cuando dicen que todos pagamos, estaremos de acuerdo en que el daño no es el mismo para todos los bolsillos.
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Otro concepto que al poder y al dinero no les gusta es la igualdad. La mayor concentración de dinero reside en un minúsculo sector de la población y los que son ricos, no lo son un poco. Son súper pudientes. Según Chomsky <<la falta de igualdad tiene un corrosivo y dañino efecto sobre la democracia>>, lo cual es incuestionable porque no permite el equilibrio propio de ésta. Pero lo que más me preocupa es la pasividad de los ciudadanos con esta situación. Nos creemos parte de la minoría acomodada porque podemos comprar una camiseta o unas zapatillas. Nos venden el consumismo para hacernos sentir que somos parte de los privilegiados, pero lo cierto es que aquí abajo somos todos iguales y tenemos la misma incidencia en la concepción del Estado que un cacahuete. Votamos cada cuatro años algo que nunca se cumple y asistimos impasibles al razonamiento absurdo de la negación de los compromisos asumidos en campaña. Pero las amenazas desempeñan de nuevo el efecto deseado: miedo. Somos lo que votamos y los que están arriba nunca van a permitir que su grupo aumente, porque eso requiere quitarles una parte de un suculento pastel que no están dispuestos a dar.

Pero volvamos a España para explicar este método. Cuando la mayoría se levanta, hay que ofrecer un espejismo de solución. Los mismos que apoyaron a Franco en su momento, de repente se volvieron demócratas y sostuvieron la bandera de la libertad que previamente habían quemado. La cuestión era conservar el mismo estatus ofreciendo lo que con ansiedad buscaban las mayorías. Y en mi opinión, ya hemos alcanzado la cuota sostenible, según su criterio, y están actuando para revertir aquello, evitando que la democracia tenga el espíritu libre de antaño. La sociedad ha de tener el equilibrio habitual: unos pocos muy ricos y el resto que crezcan con la esperanza de poder alcanzar una utopía, pero siendo impasibles. La llamada ley mordaza es un argumento irrefutable de todo esto. Si no puedes protestar, te vuelves pasivo y sumiso. Y así vivimos, pretendiendo conseguir cosas para mirar hacia arriba en vez de abajo, mientras la desesperanza va tomando tierra. 

Recuerdo cuando mis padres me contaban su andadura en el mercado laboral. Se afanaban en afirmar que podían cambiar de trabajo para buscar mejores condiciones y soñaban con poder comprar un coche o una casa. Lo cierto es que ahora nos agarramos a lo que tenemos sin protestar por si nos despiden, sometiéndonos a lo que hay por miedo a perder lo poco que nos queda. Ya no soñamos con avanzar. Ansiamos quedarnos como estamos e imploramos que los mercados no nos den una sacudida para convertirnos en lo que consideramos "desperdicio social". Personas desesperadas porque piensan que no sirven para nada. Eso no es una sociedad sana, pero es lo que estamos construyendo.

http://goo.gl/SqDi6F
Y aquí dejemos un hueco para la solidaridad. Toda democracia se sustenta en ella. Trabajamos, cotizamos para sostener un sistema de pensiones, salud y educación. Algunos trabajan para que otros puedan dejar de trabajar con una determinada edad. Hay personas solteras o en pareja que pagan impuestos para que otras con hijos puedan llevarlos al colegio público. Y aunque no estés enfermo, sabes que tus impuestos pagan las enfermedades crónicas de otros en la Seguridad Social, porque eso es la democracia. Sin embargo, al poder y al dinero tampoco les gusta este término, así que, según Chomski, intentan arrancar del ser humano un sentimiento que es innato en él. De esta manera acabamos pensando en porqué tenemos que pagarle el colegio o el médico a los hijos del vecino. Mejor privaticemos lo público y así que pague el servicio quien lo tenga que utilizar. Nos hacen egoístas para tomar otro trozo más del pastel del estado de Bienestar. Porque eso es para el pueblo y no les interesa. Aquellos que pueden pagar colegios y seguros privados no temen la desaparición del estado del Bienestar, porque ellos viven en él permanentemente y encima se pueden alimentar de él. La empresa privada es la que gestionará esos servicios y os aseguro que no lo hace para ayudar. Recuerdo la frase de un conocido con mucho dinero al que se le pidió ayuda para sostener un negocio familiar que necesitaba de urgente liquidez: "si no es rentable, no me interesa". No importa nada más, por lo que las empresas privadas gestionan los servicios públicos para lucrarse y eso les beneficia única y exclusivamente a ellos.

La concentración de dinero y poder es asfixiante para todo el que esté abajo y eso se llama Plutonomía. Los ricos son cada vez más ricos, pagan cada vez menos impuestos y tienen cada vez más control de las masas. Debajo de ellos, los trabajadores sean de clase media, si la hay, clase baja o pobre, ganan cada vez menos, pagan cada vez más impuestos, y tienen cada vez menos poder. En España, repito, los ciudadanos ejercemos el poder cada cuatro años durante un minuto para depositar una papeleta en la urna y pensamos que lo hacemos de forma libre, pero lo cierto es que votamos lo que nos vende el dinero que es quien ejerce el poder.

Piensen en otro ejemplo. El actual gobierno en funciones en España tiene como presidente al Sr. Mariano Rajoy Brey. En 1983, siendo diputado de Alianza Popular escribió un artículo sobre la mentira de la igualdad humana: <<constituye una prueba irrefutable la falsedad de la afirmación de que todos los hombres son iguales, de las doctrinas basadas en la misma y por ende de las normas que son consecuencia de ellas.>> En aquel momento el Partido Socialista gozaba de mayoría absoluta (más de 10 millones de votos) con la que hablada de libertad e igualdad social. En esta época se desarrolló el llamado estado del Bienestar como nunca lo había hecho (dicho partido parece irreconocible hoy en día). En este ámbito el Sr. Rajoy afirmó que es <<verdad indiscutible que la estirpe determina al hombre>>, por lo que <<los hijos de “buena estirpe” superaban a los demás>> No se sorprendan al votar cuando los de "mala estirpe" y sus descendientes, sean abandonados en una sociedad desigual, porque es lo que ustedes han elegido. Tranquilos los que correspondan a la estirpe adecuada. Por eso toda política que intente equilibrar en cierta medida la balanza es una utopía, porque la igualdad por naturaleza no existe, según el Sr. Rajoy.


Pero no es el único en el gobierno que apuesta más por el mundo financiero o el poder, que es otro gran problema al que se enfrenta esta sociedad. Cristóbal Montoro en tiempos de Felipe González también abogada por <<la moderación salarial, la liberalización de sectores y mercados básicos (laboral, energético y financiero), así como la privatización de servicios y empresas públicas.>> Anteriormente he comentado a dónde conduce todo esto, pero me llama poderosamente la atención otro de los miembros del gobierno. Luis de Guindos, actual ministro de Economía y Competitividad en funciones, quien dijo en tiempos de Aznar que no existía la burbuja inmobiliaria, trabajó como consejero asesor del banco de inversión Lehman Brothers, siendo director de la filial en España y Portugal hasta su quiebra en 2008. Creo que no es necesario recordar el impacto de la quiebra de esta entidad en la crisis financiera internacional. Resulta irónico que envíen a resolver una crisis económica a quien nos metió en ella. No es coincidencia. Esto mismo está ocurriendo en otros países como Estados Unidos.
 
Varios premios Nobel de Economía nos llevan avisando desde hace tiempo que este no es el camino. Que nadie se sorprenda si los que deben salvarnos, no nos salvan. Joseph Stiglitz decía hace poco <<hoy estamos presenciando el resultado un sistema capitalista que desemboca "en una rápida concentración de la riqueza y los ingresos". Esta tendencia aboca al mundo hacia la desigualdad, las empresas tienen gran influencia en el mercado y pueden influir en los precios y salarios. Eso es lo que ocurre cuando la competencia desaparece.>> Del mismo modo, publicó en 2015 un artículo en El País titulado "El control oculto de las empresas" donde asegura que <<las reglas y regulaciones determinan en qué tipo de economía y sociedad viven las personas. Dichas reglas y regulaciones afectan el poder de negociación relativo, con importantes implicaciones para la desigualdad, que es un problema creciente en todo el mundo.>>

En términos de política, la sociedad está inmersa en una madeja de noticias que llueven para conseguir votos. Las tramas de antaño ya poco importan cuando estamos asistiendo a la historia del país más compleja que yo haya visto. Realmente no hay quien entienda a los partidos políticos, los antiguos porque están podridos de corrupción o paralizados por las viejas guardias, y los que surgen nuevos y con fuerza, parece que de vez en cuando se les olvida que se les mira con esperanza. Unos se bañan en noticias que interesan para llenar de basura el partido contrario, como es el caso de Ciudadanos, a los que leo desde que surgieron. Albert Ribera se empeña en fomentar las desgracias ajenas como si esas noticias fueran soporte de su programa, pero no responde con claridad cuando el problema viene de los suyos. Por su parte, Podemos habla mucho para crear la tormenta  y a veces calla o apoya unos mensajes que me despistan cuando no asombran. Y qué decir de los chats de aquellos que apoyan a ambos. El tono de unos y otros se sustenta en el insulto barato y poca elocuencia. Un amplio espectro de los llamados "podemitas" suelen torpedear a todo aquel que muestre un tono crítico y los opositores les ofrecen sendos insultos como si fueran la peste. Y entre barbaridad y barbaridad me asombra pensar en la sociedad que vivimos. Por la boca muere el pez, como se dice. Mientras nos insultamos, perdemos el rumbo de lo importante. Los ricos siguen haciéndose ricos y el resto más pobre.

Lo esencial es la situación del ciudadano de a pie. Ese que se levanta cada mañana a trabajar y que se considera afortunado por hacerlo. La inseguridad laboral creada tiene una razón de ser y no es otra que tener un mayor dominio sobre la población. El control de las hordas de trabajadores sí es amigo del poder y del dinero y enemigo de la democracia. Con este panorama laboral, nadie va a reivindicar mejoras salariales, puesto que cada uno ha de proteger y defender lo suyo: el empresario contra el trabajador, esto es histórico; y el trabajador contra el parado, porque se empeñan en decir que son unos vagos, como si supieran quiénes son. Sobre todas las cabezas suena el réquiem por la democracia y la fiesta de las minorías pudientes celebrando que han ganado un trozo más de pastel. Bienvenidos a la sociedad actual.

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