señor, señor

sábado, 19 de julio de 2014

SER O NO SER

Lizzie Velasquez despertó en mí una de las grandes dudas del ser humano, que la rapidez de nuestros días no nos permite analizar y descubrir: ¿Qué es lo que te define? ¿Quién eres? Sufre un síndrome que sólo padecen dos personas en el mundo incluyendo su caso y vive con la convicción de que dicha enfermedad no defina su existencia. Debo decir que es una excelente oradora motivacional y tiene más fuerza en sus palabras que cualquier persona que haya "conocido" nunca. Pese a que casi todo el mundo la conoce como "la mujer más fea del mundo", tiene en su haber (25 años) una carrera de comunicación, dos libros publicados y, según informan, aparece como oradora en más de 200 talleres desde los 17 años. Sus metas y sus logros la definen. No su aspecto físico o su enfermedad. Y ese es su éxito y su felicidad. Como ella dice: "deja de mirar y empieza a aprender"

Ella ha sido la que me ha hecho plantear lo que nos motiva y nos impide avanzar hacia el camino que queremos. Y es que cuando comienza una nueva vida, no por un cambio sino por un nacimiento, la mayoría de las personas allegadas que le rodean se preguntan cómo será. Su aspecto físico en un futuro, quizás aventurarán algo del carácter o simplemente afirmarán con contundencia que es igual que su padre, su madre o aquel tío lejano que era tan buena persona. No hablemos de problemas de salud o físicos, pues entonces su vida parece tener una línea fija nada sencilla.

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En fin, va creciendo, van surgiendo posibilidades que se abren a su alrededor y decisiones que se toman con la libertad infinita que ofrece la falta de experiencia y la información que proporcionan esas vivencias para modificar y adaptarse a cada etapa. La experiencia ejerce sobre ti el aprendizaje social del entorno en el que vives. Todo cuanto harás probablemente estará determinado por lo que te rodea y estarás ligado a esa forma de vida, costumbres, religión... de por vida. O no.

 Una vez te has hecho mayor, casi nadie vuelve a preguntarte qué quieres ser, porque se supone que ya lo sabes. Tu profesión, tu carácter, las personas que te rodean, tus amigos y en general lo que haces es decisión tuya. Son muy pocos aquellos que se preguntan o se han puesto en la disyuntiva de averiguar qué y cómo quieren ser realmente. Estamos influenciados por las personas que nos rodean, nuestro entorno y la importancia que le damos a la corrección política de cuanto hacemos. Por eso a veces terminamos siendo personas desconocidas para nosotros mismos o hacemos cosas que realmente no nos satisfacen, porque no nos paramos. La rapidez de nuestro día a día nos impide ver nuestra entidad propia.

Y toda esta reflexión me ha llevado a poner en internet ¿Qué quieres ser?, pero me he encontrado con que prácticamente todas las entradas te hablan de tu futuro a nivel profesional. Nada sobre cómo definirte a ti mismo. Supongo que la respuesta no está en internet y que además eso se da por hecho, pero creo que en la sociedad que vivimos tendemos a no preguntarnos mucho por nosotros mismos. Quizás sea producto del miedo a encontrarnos algo a lo que no queremos enfrentarnos, porque seguimos la estela de lo que debemos ser y hacer sin ir más allá, o porque las prisas del día a día no nos dejan observar nada más. Mirar en el interior de uno mismo y recapacitar, te ayuda a conocerte mejor y a convivir con aquello que menos te gusta o quizás mejorarlo.

Santiago Ramón y Cajal afirmó que "todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro" y de su ser. Parte de los inconformismos, de aquellos defectos que no asimilamos o de nuestros miedos con el entorno, creo que lo generan la falta de pensamiento y aceptación sobre uno mismo. Nunca llegamos a estar "hechos", por decirlo de alguna forma, y el problema es que dejamos de pensar en ello porque suponemos que nuestra madurez nos hace libres de ese proceso moldeador. La libertad está en que las decisiones de uno mismo vayan más conformes a nuestro verdadero ser que a lo que los demás esperan que hagamos. Dicho de otra forma, tenemos un rol que nos identifica y del que muchos no conseguimos salir porque pensamos que provocaríamos un derrumbamiento de todo lo que hemos construido a nuestro alrededor. Algunos porque se encuentran muy cómodos en el que les "ha tocado" y otros porque les da miedo las consecuencias que hay tras salir de ese encasillado fácil. Luego nadie entiende la razón por la que siempre has ocupado un rol que ahora no estás cumpliendo a pies juntillas. Como si la razón de tu ser la hubiesen puesto los demás sobre ti y no puedas desmarcarte de ella. No es cierto. Las decisiones son tuyas, aunque estén influenciadas.


http://medicinagrupo33.blogspot.com.es/2009/06/mirla-aguilar-hamlet.html
Y pongo un ejemplo. Ya van muchas personas con las que hablo y me cuentan lo mismo. Si varios hermanos tienen la misma educación, aún siendo de distintos sexos y edades, pero gozando de los mismos padres y entorno, porqué a uno se le tiende a perdonar todo, a otro se les juzga con dureza a cada paso, al penúltimo está o no aunque no pasa nada, y al último se le trata como si fuera un niño pequeño por el resto de su existencia. Y algunos responden que el rol va con el carácter de cada uno, pero es curioso ver cómo muchos muestran su inconformismo con ese patrón que han de seguir. No se trata de establecer la misma pauta o esquema para todos o de generalizar, aunque lo cierto es que cada uno suele tener una pauta familiar que sigue. De nuevo uno debería preguntarse qué quiere ser y ejercer su derecho a serlo por encima de lo que los demás esperen. Pero insisto en que es decisión propia.

 La psicóloga Laura Rojas Marcos afirma que "tenemos un porcentaje de control bastante alto sobre nuestra vida y decisiones", aunque luego exista un pequeño factor llamado suerte. Los resultados de lo que somos realmente provienen de las vivencias y las respuestas que generamos ante ellas, de manera que somos el resultado de las decisiones que tomamos. Por eso es tan importante conocer cuáles son las decisiones que queremos tomar y no las que deberíamos según otros. Lo que eres capaz de hacer, tus habilidades, aquellas virtudes que te ayudan a ser la persona que eres.

Un porcentaje muy grande de la gente que tengo a mi alrededor no sabe cuáles son sus habilidades interpersonales o profesionales. Lo que estudias es lo que eres y a veces la decisión que se toma cuando debes elegir una carrera, no contiene la madurez y el conocimiento de uno mismo que se necesita para ello.

La escritora Pilar Jericó opina que el camino más difícil es "reconocer la propia voz, aquella que realmente nos conecta con lo que nosotros queremos o deseamos profundamente". En innumerables escritos nos enseña cómo comenzar a creer en nosotros, potenciando nuestras fortalezas. Esas virtudes que a veces desconocemos pues no ahondamos en ellas. Como asegura "convertirnos en la mejor expresión de nosotros mismos". Y ésto sólo quiere decir que, tanto laboral como personalmente, nos esforzamos en mejorar en aquello que creemos tenemos débil, pero nos olvidamos de potenciar aquello en lo que realmente destacamos. Para ello debemos conocernos y aceptar aquello que nos muestra el espejo, sin reflejar una imagen sólo física.

El 10 de mayo de 1994, Nelson Mandela pronunció un discurso corto y en forma de poema, cuya autora se llama Marianne Williamson. El escrito nos da una idea de lo que realmente somos, aunque aquí sólo reproduzca una parte:

Nuestro temor más profundo no es que somos meramente idóneos.
Nuestro temor más profundo es que tenemos poder más allá de toda medida.
Es nuestra luz o nuestras tinieblas, lo que nos atemoriza.
Nos preguntamos ¿quién soy para ser brillante, maravilloso, talentoso y fabuloso?.
En realidad ¿quién eres para no serlo?

Quien eres y cuáles serán tus pasos para seguir siéndolo. Porque de seres que no son está lleno el mundo, pero de personas que brillan y hacen brillar a otras, estamos escasos. Cada uno a su manera. Nadie ha de decirte quien eres. Deberás descubrirlo, sacarlo y potenciarlo. Aunque ese temor al principio intimide, pero lo que hace es impedir que puedas escribir tu propio nombre en el mundo.

Y vuelvo a Lizzie Velasquez: "No necesitas ser juzgado debido a tu apariencia externa, y no es necesario dejar que eso te detenga. No dejes que la negatividad te detenga o que te impida vivir la vida que quieres. El secreto el fracaso es darle gusto a todo el mundo". Y añado a esto que el verdadero éxito es mirarte al espejo y saber que esa es la persona que quieres ser y ver. Lo difícil parece que es llegar a eso, pero si lo piensas no es tan complicado ¿verdad?

Para mis hijos quiero libertad para poder elegir su religión, sus estudios, su condición sexual, su medio de vida o el lugar donde quieran estar o ser. Deseo que asuman sus defectos y que si no les gustan, traten de mejorarlos por vocación no por imposición. Lucharé por hacerles ver que el mundo es plural y rico en matices, que no hay blanco y negro, sino una paleta de colores que ellos pueden componer. Trataré de que sean generosos y respetuosos con los demás, que adquieran el compromiso de mejorar su vida y por ende la de aquellos que le rodean. Y todo esto es lo que yo quiero, pero en realidad deberán ser ellos quienes elijan su camino, pero siempre con la libertad que da el conocimiento de uno mismo.

Al final, mi reflexión me lleva al dilema sobre la existencia en Hamlet: Ser o no ser, he aquí la cuestión.