señor, señor

lunes, 24 de marzo de 2014

HABLEMOS CON FRANQUEZA


Últimamente, con la cantidad de información que hemos percibido de nuestra primera andadura en democracia, me ha llamado la atención el trato que se da en España a la dictadura. Veréis, en cualquier parte del mundo se habla de Hitler, Pinochet, Stalin, Hussein o Videla con auténtica repulsión. De hecho, en Alemania, por ejemplo, están prohibidos los símbolos nazis y por doquier hay recuerdos a las víctimas. La verdad se cuenta con el realismo aterrador que merece. Hay museos y monumentos que nos hablan del holocausto judío. Se habla con asco e indignación de los campos de concentración y de las torturas a las que fueron sometidos. Pero no fueron los únicos perseguidos. También se llevaron el sello nazi los homosexuales, los gitanos, políticos con otras ideologías, enfermos mentales y todos aquellos que pertenecían al título de "sin techo".
 
Hace bien poco el gobierno alemán ha propuesto subir las pensiones de aquellos que tuvieron que realizar trabajos forzosos en campos de concentración. Se busca compensar de alguna manera toda aquella miseria, reconociendo abiertamente lo que ocurrió y persiguiendo aún a los responsables de aquel exterminio.
actualidad.rt.com

Aún existen muchos criminales causantes de aquel horror buscados internacionalmente. Están escondidos, con identidades secretas y posiblemente muchos de ellos ya fallecidos y sin haber pagado social y penalmente por todo aquello que hicieron. Son 11 los más buscados por sus atrocidades y resulta realmente frustrante conocer que han vivido todos estos años a su libre albedrío.

En España la transición de la que estamos tan orgullosos, proporcionó un borrado de memoria y el indulto a todos aquellos que provocaron nuestra particular masacre. La Ley de Amnistía de 1977. Sí, conseguimos la democracia, pero a cambio de borrar los expedientes criminales y las denuncias de los que luego formaron parte de ella. Aquí nunca se ha asumido la responsabilidad histórica de la que hablan otros países. Y no se trata de comparar el tocino con la velocidad.

Según el historiador Javier Rodrigo, hubo unos 104 campos de concentración en nuestro país y, según diversos estudios, por ellos pasaron unas 400.000 personas. En 2002 se celebró el Congreso titulado Los campos de concentración y el mundo penitenciario en España durante la guerra civil y el franquismo. Y esta información fue detallada en un artículo del periódico El País en Octubre de dicho año, donde, Carme Molinero, directora del Centro de Estudios sobre las Épocas Franquista y Democrática (CEFID), habla de la función de los campos de concentración en España, que desarrollaban una labor de "depuración y clasificación de detenidos. Los presos podían permanecer por un tiempo indeterminado a la espera de que llegaran cargos en su contra, ser enviados a la mili, a la cárcel, a batallones de trabajo o, directamente, podían ser fusilados".

 El historiador y profesor Nicolás Sánchez Albornoz ha hablado en diversas ocasiones de su condena en 1947 en el campo de concentración de Cuelgamuros, cuyos presos levantaron el Valle de los Caídos. Y resulta llamativo saber que la mayoría de los caídos allí enterrados, fueron presos destinados a realizar trabajos de construcción en un lugar destinado a ubicar finalmente a Jose Antonio Primo de Ribera y a Francisco Franco. Tienen el orgullo místico de compartir sitio, no el mismo claro, con un ingente número de personas, a cuyos familiares no pidieron permiso para enterrarlos allí. Simplemente lo hicieron. Pero también es sorprendente que los huesos de Primo de Ribera pasasen 20 años en el Monasterio de El Escorial, lugar destinado a los reyes de España. En fin, Sánchez Albornoz tuvo suerte, porque en 1948 consiguió escapar junto a Manuel Lamana gracias al antropólogo, Paco Benet, la escritora Barbara Probst y Barbara Mailer.

publico.es
Pero hay muchas personas que muestran su ardua defensa a este monumento, pues dicen alberga a los muertos de ambos bandos, de 20.000 a 40.000 personas, con ánimo conciliador. Hay asociaciones de defensa del monumento, que aportan ciertos testimonios de profesionales que indican que allí no hubo presos políticos realizando trabajos forzosos, si acaso algunos presos condenados por delitos graves. De hecho, nos informan que Franco no construyó la Basílica del Valle de los Caídos como mausoleo, sino que el valle constituye un monumento de reconciliación nacional.

Me pregunto si no valen los miles de testimonios de torturas, las denuncias, las personas que buscan familiares que desaparecieron, los estudios de los historiadores dentro y fuera de España, las pruebas y el sentido común. No puedo creer que el Valle de los Caídos sea un monumento reconciliador, cuando hay personas allí enterradas, porque así lo decidieron otros. Además, el que asevere que no fueron trabajos forzosos, porque se trataba de personas con condenas graves, cuyo título vaya usted a saber qué engloba en tiempos de Franco, me parece que no es sensato. Y para más datos, debería tener presente la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Convenio sobre la abolición del trabajo forzoso o la Convención contra la tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. Si bien uno data de 1948, otro de 1957 y el último de 1984, todos son muy explícitos en este sentido.

Hoy en día, en las cárceles, los presos pueden trabajar si así lo quieren, y ganan su sueldo y cotizan en la seguridad social, porque aunque hayan cometido un delito, son seres humanos y siguen teniendo derechos. Independientemente de lo que consideremos ideológica o personalmente, cuestión en la que no ha de decidir nadie más que uno mismo, se están cumpliendo los tratados internacionales, las leyes al efecto y la definición de ser humano en su más extenso significado. En mi opinión, no se puede penar un asesinato con otro, pero es una consideración personal.

Versiones hay para todos y no se trata de crear polémicas, sino de ofrecer datos. Franco fue un dictador que disfruta de un monumento público y grandilocuente en el que se enterró su cuerpo. *Hitler se suicidó y fue quemado y enterrado en algún lugar desconocido. Stalin murió oficialmente de una apoplejía, aunque hay versiones que aseguran que tuvieron que ver en ella algunos adversarios políticos. En 1961 los restos de Stalin fueron a parar al exterior de la muralla del Kremlin, como acto de repulsa, aunque el busto de su tumba, entre los de otros líderes comunistas, puede observarse desde una parte de la Plaza Roja de Moscú. Lo cierto es que, en la actualidad, no goza de la simpatía de los líderes rusos, pues nadie olvida que fue el responsable de entre dos y tres millones de muertos. No hay cifras muy concretas.

Y me permito hacer un inciso a colación del actual conflicto entre Rusia y Ucrania. Stalin diezmó a la población tártara de Crimea y llenó sus tierras de población rusa, los que ahora declaran sentirse poco ucranianos, claro. Así uno puede imaginarse la angustia del pueblo tártaro, hoy en día minoría, que conoció la masacre de su pueblo y que ve la amenaza por el regreso ruso.

Pero volviendo a los genocidas más populares, tenemos otros casos fuera de Europa. El dictador chileno Augusto Pinochet, murió en 2006, a los 91 años de edad. Sus cenizas reposan con su familia. La presidenta Bachelet, impidió que se realizase un funeral de Estado y el ejército se negó a rendir honores. El dictador argentino Jorge Rafael Videla, murió en 2013 y fue enterrado en un cementerio privado a 50 km de Buenos Aires.

www.publico.es

En España actualmente seguimos con el insigne cálculo de unas 200.000 víctimas enterradas en fosas comunes en las cunetas de carreteras, descampados o en no se sabe dónde. Para los que deseen cifras con sello, varios historiadores han cifrado los muertos que causó la represión franquista en 150.000 personas y eso sin tener toda la información, pues probablemente fueron más. Cuando una ley intenta recuperar esos cuerpos para sus familias haciendo alusión a la merecida memoria histórica, se oyen voces muy grandilocuentes manchando esta voluntad de reparar el daño, diciéndonos que se tratan de abrir viejas heridas. Pero es que nunca se cerraron, porque en pro de la democracia, todos callamos y agachamos la cabeza. Al que trata de proporcionar un descanso justo a estas personas, se le acusa de instigador de venganzas y revolucionario de voluntades ¿les suena?
 
Uno puede estar de acuerdo o no con las formas, pero utilizar dinero público para sacar los huesos de aquellos que un día desaparecieron quien sabe porqué a causa de un régimen dictatorial, me parece que es intentar reparar un daño que se ha hecho, sin entrar en ideologías. Sí, porque, que yo sepa, ese dinero no se utiliza para otra cosa que no sea abrir fosas comunes e identificar muertos, pese a que algunos insinúen que se embolsan las cantidades porque sale muy rentable acordarse de sus familiares. Y me refiero a Rafael Hernando, del que sólo voy a decir que suele hablar antes de pensar, lo cual dice mucho de él.

Según la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) entre los años 2000 y 2006 se llevaron a cabo en el Estado español más de 80 exhumaciones de fosas comunes, sin que existiera ninguna partida de dinero público destinada a tal efecto. Dichos trabajos se llevaron a cabo con la aportación de decenas de voluntarios que dedicaron su tiempo, su conocimiento y sus recursos económicos personales a ayudar a las familias afectadas”,

ecodiario.eleconomista.es
Somos capaces de indignarnos por casos violentos de otros países e incluso de la actualidad nacional, pero nuestra incapacidad fluye para reconocer el sufrimiento de personas que en algunos casos llevan 20 ó 30 años buscando a alguien que les devuelva a sus familiares para poder enterrarles adecuadamente y rendirles el homenaje que se merecen. Y no voy a entrar en ejemplos e historias descorazonadoras, que las hay. Personas que llevan muchos años luchando por encontrar a sus familiares con su propio dinero.
Asociaciones como Human Rights Watch o Anmistía Internacional han solicitado en diversas ocasiones la derogación de la Ley de Anmistía, por impedir juzgar delitos que, según el Derecho Internacional, son imprescriptibles. A pesar de ello, los expertos juristas indican que la derogación entraría en conflicto con la Constitución Española al ser incompatible con el principio de irretroactividad (art. 9.3). Pero también la ONU amonestó hasta tres veces a España al considerar que "los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles"

La mencionada ley, supongo que tuvo su sentido en su momento, pues se trataba de crear unas condiciones adecuadas para allanar el camino hacia la democracia. En palabras del portavoz de UCD, Rafael Arias-Salgado: "el presupuesto ético-político de la democracia, de aquella democracia a la que aspiramos, que por ser auténtica no mira hacia atrás, sino que, fervientemente, quiere superar y trascender las divisiones que nos separaron y enfrentaron en el pasado"

En mi opinión, se vendió el hecho de que para conseguir la democracia, había que olvidar todos los actos repugnantes y no mencionarlos jamás. En 2014 quizás nos pidan poner la otra mejilla para que en cualquier otro momento nos digan que olvidemos todos los actos de corrupción y empecemos de nuevo. Sin ideología definida.

Insisto, entendiendo que el contexto político era complicado, siempre me quedará la duda sobre si se pudo hacer de otra manera menos impune para algunos, sobre todo teniendo en cuenta que fue auspiciada por todos los grupos parlamentarios. Creo que había tantas ganas de ser un país "normal", que llegamos a ello a través de una "anormalidad". Y como ejemplo, hace bien poco nos costó una tremenda trifulca retirar una estatua del generalísimo. No imagino una estatua a caballo de Hitler en Berlín.

Y para aquellos que ahora se estén echando las manos a la cabeza y digan que las comparaciones son odiosas, hagamos un poco de memoria histórica y hablemos de datos. "Según distintos informes coincidentes, España es el segundo país del mundo de desaparecidos cuyos restos no han sido recuperados ni identificados tras Camboya."

http://www.memoriahistorica.org.es/joomla/
 La ARMH habla de 1.300 casos de desapariciones forzosas perfectamente documentados y otras 200 cartas de familiares relatando sus búsquedas. Esta asociación "ha exhumado desde el año 2000 más de 150 fosas por todo el país rescatando más de 1.400 víctimas de la dictadura franquista, dándoles identidad, devolviéndoselas a sus familiares y promoviendo el homenaje institucional que se merecían y que durante tantos años les fue negado". Tienen publicada en la web su financiación y la forma en la que realizan las investigaciones, los casos y las ayudas de particulares que reciben.

Todo esto es lo que se hace por las víctimas hoy en día a nivel particular. Pero en España no se han juzgado a los genocidas y criminales que asesinaron y torturaron desde 1939 hasta 1975, como Jose Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, que hace poco aseveró en un tribunal argentino que no recordaba haber sido encausado por torturas, pero "quizás algo de malos tratos". La jueza tiene hasta 13 testimonios que indican lo contrario. Parece que en su época en la Brigada Político Social (BPS), siendo miembro honorífico de los llamados "chicos de Conesa", se dedicaba a la represión de los opositores al franquismo a base de patadas. Y entre todas las declaraciones de este juicio que he encontrado navegando por internet, os reproduzco fielmente la siguiente publicada en el periódico El Mundo sobre Miguel Ángel Gómez Álvarez, detenido en mayo de 1973: 

"Billy el Niño me dio la mayor paliza que he recibido en mi vida, creí que efectivamente me iba a matar. Creo que fue esa noche cuando me llevaron a la enfermería, para que el médico me hiciera un reconocimiento, tenía los pies tan inflamados que no podía ni calzarme, tenían que transportarme en volandas".

Todas las denuncias que pesaban sobre él, de las que sólo pagó dos multas, fueron sobreseídas con la llegada de la famosa Ley de Amnistía. Pero este insigne personaje sí tiene en su haber una medalla al mérito policial por haber ayudado a liberar al General Villaescusa de los GRAPO, concedida unos meses después de la matanza de Atocha, por la que recibió varias citaciones judiciales a las que nunca acudió y que luego pasaron a un segundo plano por la mencionada amnistía.




Pero me llama la atención que siendo uno de los muchos personajes que ejercieron la represión a golpes durante la dictadura, en pleno proceso de transición, pasase a formar parte del Cuerpo Superior de Policía y después, en 1981, fuese destinado a la Comisaría General de la Policía Judicial. Pero no es más sorprendente que tras su renuncia, terminase desempeñando trabajos de seguridad en conocidas empresas privadas. ¡El colmo! 

Pero con él, su mentor y amigo, Roberto Conesa, Jefe de la Brigada Político Social durante la dictadura y destacado luchador contra el terrorismo de ETA y los GRAPO, qué paradoja. En los sectores de izquierdas, era conocido por sus métodos de tortura en los interrogatorios y por su colaboración con la Gestapo durante la estancia de Franco en nuestro país, además de por sus trabajos al servicio del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Sin duda un expediente extraordinario para pasar a formar parte de la Brigada Central de Información y para resolver dos secuestros del GRAPO durante la democracia. Fue llamado de urgencia por el Ministro de Gobernación de UCD, Rodolfo Martín Villa, considerado uno de los políticos claves de la transición. Sin palabras...

Pero tampoco es nada desdeñable la actuación de Jesús Muñecas Águila, ex capitán de la Guardia Civil, y actual propietario de una tranquila escuela de equitación. Contra él existe una orden de detención internacional y extradición a Argentina, pues se le acusa de torturas. Este espécimen humano, tiene a sus espaldas acusaciones como la de Josu Arrizabalaga, que le califica como "un sádico, un torturador nato" y cuenta de una forma muy explícita uno de sus métodos, la bañera: "envolver el cuerpo del interrogado en una manta, atarlo de manos y meterlo dentro de una bañera con el agua más negra que te puedas imaginar hasta que el interrogado esté al borde del desmayo". Pero también participó en el famoso golpe del 23F, por el que fue en su momento condenado.

Todo esto ocurre en Argentina, pues gracias a la Ley de Amnistía, en España no se pueden juzgar las torturas ocurridas en esta triste etapa de nuestra historia. Pero también porque existe la prescripción... En otros países los asesinatos o los delitos graves como violaciones, por ejemplo, no prescriben. En el país en el que vivimos, sí. Uno puede matar, violar, robar a espuertas dinero público o privado, engañar, torturar o maltratar, que si espera el tiempo estipulado, vivirá tranquilo el resto de su vida, paseándose si quiere por delante de los familiares de las victimas sin mayor problema. Es una vergüenza por la que no veo que estemos muy preocupados. Pero claro, viendo la actualidad, los gobernantes son los primeros en querer que esto siga así. La mayor parte de los delitos que estamos asumiendo con esa pasividad pasmosa que me asombra, están prescritos...

Y aunque algunos sigan diciendo que con Franco las cosas eran de "otra forma", hablando con añoranza, la mayoría de los españoles sabemos y conocemos la historia real y que, por mucho que quieran borrar todo lo que ocurrió, siempre habrá alguien que nos deba recordar que sólo puede formar parte de la historia negra de un país con 40 años de terrible dictadura, auspiciada por Europa. Y digo esto porque, por aquí nadie pasó. A nadie se le ocurrió mirar al otro lado de esas montañas que nos separan del continente para determinar que una dictadura no es mala por el número de muertos que haya, porque sólo se haya consolidado en una pequeña península o porque Franco no traspasase esa línea hacia Europa. Las dictaduras son malas porque quiebran derechos, anulan ideas, matan y torturan personas bajo la impunidad de una sola que se cree dueño de las vidas de todos. Pero parece que Europa volvió la cabeza y permitió que estuviéramos condenados durante 40 años, tras los cuales, había tanta presión por salir, que firmaron el borrado de memoria en el que hoy vivimos.

Hasta que no reconozcamos lo que ocurrió, hablemos de ello con la realidad que merece y tratemos de resarcir a aquellos que sufrieron, la sombra seguirá planeando generación tras generación. Las heridas, históricamente, no se pueden cerrar con el olvido.

Y termino con el gran Jose Luis Sampedro:
“En la Guerra Civil estuve en los dos campos, pero la dictadura fue una monstruosidad. Aún hay quien dice que se vivía con placidez; serían ellos”.




NOTA: *http://www.huffingtonpost.es/2013/11/01/dictadores-del-mundo-ente_n_4179141.html