señor, señor

lunes, 2 de diciembre de 2013

ES CUESTIÓN DE EDUCACIÓN


Hace un tiempo fui al teatro para ver una obra "Escriba su nombre aquí" en la Sala Triángulo y me hizo pensar en la reducción a la que se ve abocado el ser humano en una sociedad donde, para unos eres un número de la Seguridad Social o de un Documento Nacional de Identidad y para otros una persona con nombre raro o una nacionalidad determinada. Si eres español, todos sabemos a grandes rasgos tu perfil, al igual que tus rasgos y personalidad quedan perfectamente definidos si naces en Estados Unidos, en Alemania o en China. Por supuesto, todos sabemos que llamarte de una determinada forma te dota de mucha personalidad o más bien poca, que ser alto favorece tu contratación laboral o ser rubia y llamarte Jennifer te aporta unas características muy particulares.

En fin, vivimos en una sociedad donde eres un nombre, varios números y una nacionalidad. No se permite la descoordinación, porque ya estás definido por muchas cosas. Se conoce a pies juntillas que hay que tener mentalidad alemana para ciertos asuntos, en época de crisis es muy útil haber nacido en Cataluña y para ser conciso o llegar a tiempo, sin duda los británicos.

¡Qué cantidad de prejuicios asimilamos a lo largo de nuestra vida! Y qué poco significamos en nuestro mundo, porque a veces sólo somos números y como mucho gente rara.

Tanto que me he reído en esta obra por ver reflejada una verdad con la lupa de la ironía y ahora me veo meditando sobre el significado de lo que somos y lo que nos valoramos como personas... Y más aún, al día siguiente me convierto en mi propio centro de crítica al evaluar una opinión sobre la actual ley de educación o Ley Wert, basándome en los prejuicios que tanto intento esquivar.

La frase de eres lo que lees, no me satisface en absoluto. Quiero creer que nuestra mente va más allá y no cree que todo lo que dicen los medios de comunicación es verdad y eso que estudié periodismo. En realidad la verdad a medias de todos ellos, sumada a tu propio criterio, suele dar buenos resultados y me quedo con una frase de Jordi Évole: “Periodismo es publicar algo que alguien no quiere que se publique. Lo demás son relaciones públicas.” Supongo que relaciones públicas con un determinado partido político o sus afiliados. Al fin y al cabo de nuevo, todos sabemos qué periódico debe leer uno o cuál radio escuchar si se es de una determinada ideología, porque el resto son retorcidas verdades para contar lo que un director de periódico cree.

La verdad es un ente desnudo. Algunos la visten con un orden dando más importancia a unos determinados criterios. Esos son los periodistas de información. Otros la visten con sus mejores galas/palabras y tiñen su pelo con valoraciones subjetivas. A estos los llamo periodistas de opinión. Una mayoría sin cuantificar, la disfrazan de la garterana para que parezca lo que ellos piensan. Estos son los periodistas de ideología. Y una minoría la encuentran preciosa desnuda y tratan de contarla a través de las voces de sus protagonistas, para que la sociedad saque sus propias conclusiones. Ellos son periodistas sociales.

No trato de discernir cuál es el mejor periodismo, sólo pretendo que seamos conscientes de lo que leemos y sepamos obtener de ello nuestro propio criterio. Vestir a la criatura de la forma que consideremos, pues la verdad, al igual que la justicia, se interpreta.

Y dicho esto, vayamos al prejuicio en el que caí aquel conflictivo sábado. Escuché decir que con la Ley Wert si quieres estudiar tienes que aprobar y eso está muy bien. Y ya son varias personas las que me dicen tal aseveración cargada de una razón tan contundente, que no hay forma de modificar ese criterio. Como tampoco entienden muy bien las manifestaciones de los estudiantes, pues aseguran que tratan de que se les pague la educación haciendo el vago. Y claro, mi carácter y yo saltamos a la vez. Tratándose de un lector habitual de cierto periódico, enseguida dije que esa era una tergiversación de la verdad promocionada por dicho medio. Pero reconozco que no está bien dicho.

Como decía, hubo una persona que me dio una lección. Tú tienes tu opinión y yo tengo la mía. No trates de convencerme de algo contrario a mi criterio, pues discutiremos pero no llegaremos a convencernos mutuamente. Y tenía razón. De momento no hay nadie que haya podido convencerme de que la Ley Wert es buena, como tampoco que es conveniente aprobar una ley en educación sin consenso suficiente para que venga otro partido a gobernar y de nuevo la cambie. Todas estas idas y venidas suponen un gasto para el Estado y los españoles, que no deberíamos asumir como correcto, además de la confusión que creas en el alumnado. Desde luego, lejos de mejorar nuestro balance educativo con Europa, lo empeora sustancialmente.

Para intentar aclarar un poco las razones de las protestas estudiantiles y que no se les vea como una panda de vagos sino como personas preocupadas por su futuro, quiero ahondar en varios puntos con ejemplos:

1.- La Universidad: Subida de tasas y modificación de becas - <<La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid aprueba un aumento de las tasas universitarias de entre el 20 y el 27 %. Esta subida se une a la del año anterior. En dos cursos, los precios de la matrícula en la Universidad pública madrileña se han encarecido una media del 65,6 %.>> El estudiar dependerá de si tienes dinero o no, independientemente de las becas de las que luego hablaré.

Además, si suspendes en alguna asignatura y tienes que volverte a matricular, las universidades pueden ir subiendo los precios, dependiendo si te has rematriculado dos, tres o cuatro veces en dicha asignatura.

De esta forma, sólo se permite tener un mal día, estar enfermo o no haber podido estudiar lo suficiente por cualquier justificación motivada, a los que tengan dinero. Si perteneces a una familia con pocos recursos, tu única opción es aprobar, pues no podrás matricularte de nuevo en esa asignatura si no puedes pagarla. Debe ser absolutamente delicioso estudiar bajo esta presión económica. Los estudiantes con dinero pueden permitirse fallar, sin que resulte una falta pues no dudo que tengan en su conciencia el dinero que cuesta estudiar.

Asimismo, las Universidades en Madrid tienen la potestad de seleccionar el precio que más les convenga. <<La Consejería de Educación de la Comunidad aprueba el máximo, pero los centros tienen libertad para asumir un precio más bajo>> De esta forma, dependerá de la universidad que selecciones el pagar más o menos. Un sistema justo y adecuado para una sociedad en crisis.

Para obtener una beca los alumnos deberán obtener una media de un 5,5 y un 6,5 para recibir alguna ayuda económica directa, para desplazamientos o residencias, por ejemplo. Hay que tener en cuenta que muchos estudiantes o una inmensa mayoría, deben desplazarse para estudiar o incluso deben hacerlo fuera de la población donde viven. Además, <<El Ministerio exigirá a los alumnos aprobar el 100% de los créditos matriculados (el 85% en enseñanzas técnicas) para poder renovar la beca.>>

En Extremadura, por ejemplo, hay una universidad pública con cuatro campus en Badajoz, Cáceres, Mérida y Plasencia. Dependiendo de la carrera que quieras estudiar, debes dirigirte a un Campus u otro. Si eres de Santiago de Alcántara y quieres estudiar Ingeniería Industrial, tienes que desplazarte diariamente a Badajoz o buscar una residencia allí. En caso de tener escasos recursos, debes tener en cuenta a una tierna edad que tu nota media debe ser de un 6,5 para poder desplazarte a cualquier universidad pública, sin necesidad de pensar en la carrera que quieras hacer. El mismo caso para poblaciones que se encuentren en comunidades tan extensas como Andalucía, donde hay diez universidades públicas o en Cataluña con ocho. Si no has nacido en una familia con recursos y además no has sido un buen estudiante en el colegio, pero tienes un sueño o meta profesional, puede que no puedas cumplirla porque el estado ha decidido que tu trayectoria escolar no ha tenido el sello de la excelencia. Los considerados malos estudiantes, tangan las razones que tengan para haberlo sido, tendrán muy difícil el acceso a la universidad, aunque les den la vía de la Formación Profesional. La cuestión es que no tendrán el derecho de elegir.

Quizás algunos piensen que tendremos mejores resultados en la evaluación europea si fomentamos la competitividad y premiamos a los buenos estudiantes, pero también estaremos creando una alta tasa de personal cualificado para labores que no desean desarrollar. Es decir, un grupo de personas sin recursos frustrados.

Este sistema no lo entiendo. Las becas deberían concederse a personas sin recursos (el sistema para demostrarlo hay que modificarlo), ya que conllevan la posibilidad de estudiar si no tienes medios. Los estudiantes con escaso dinero tienen derecho a que se les dé una oportunidad de tener un futuro igual de prometedor que el resto. Hay que pensar en la cantidad de personas que tuvieron malas notas en el colegio y luego acabaron siendo parte de la historia por sus descubrimientos o excelentes empresarios. Eso no significa dar carta blanca a nadie, sino elaborar un sistema adecuado que ayude a las personas que más lo necesiten y tengan verdaderos deseos de estudiar.

2.- El Colegio: reválidas, religión católica obligada y autonomía de los centros - La Ley establece el sistema de reválidas al final de cada etapa, de manera que las dos últimas serán al final de la ESO y al término del bachillerato. La nota media de ambas será de un 70% la calificación obtenida para la primera y un 30% la reválida y para la segunda un 60% a 40%. Lo más interesante se reelegirá a los directores de los centros en función del trabajo realizado en el que se incluirán los resultados de las reválidas. En mi opinión pasa de haber un interés real en que los alumnos aprendan y lo hagan bien a jugarse el puesto si tus alumnos no obtienen el resultado esperado y además crea competencia de notas o porcentajes de superación entre los centros. No veo por ninguna parte que se mejore el sistema de esta forma. Más bien creará colegios y alumnos de primera y segunda categoría.

De nuevo me viene a la cabeza la obra de teatro que mencioné al principio. Relegando a los alumnos a pertenecer a un grupo, a un número o a otro. No me parece que se esté creando un sistema equitativo con igualdad de oportunidades.

La religión católica como asignatura obligatoria ha sido otro epicentro de discordia, pero de este tema, sus consecuencias y los gastos que ocasiona al estado aconfesional, ya hablé en la entrada "La locura de la tolerancia: religión y estado".

El tercer factor a tener en cuenta es la pérdida de funciones del consejo escolar, formado por padres, alumnos y profesores, para dejar más poder a los directores. Me parece interesante remarcar lo importante que era que las personas que pagan la enseñanza, las que la reciben y aquellas que la imparten, colaboren en las decisiones que les afectan y les preocupan. Para mí siempre fue la máxima expresión de la democracia, pero parece que nos acercamos más a un sistema dictatorial, donde una sola persona representa el máximo poder. Como si tuviera mayoría absoluta para hacer y deshacer a su antojo y sin tener en cuenta a su prole. Me suena...Pero no trato de criminalizar a los directores de colegio, sólo el sistema que no permite una amplia participación de los actores del mismo.

También quisiera hacer una mención a la llamada "flexibilización de trayectorias", con la que tratan de definir la separación de formaciones acorde con las notas. A este gobierno se le da escandalosamente bien el uso de eufemismos (véase la entrada "La política de los eufemismos").

Según indica la LOMCE <<el cuarto curso de la ESO tendrá un carácter orientador y se podrá cursar para la iniciación al Bachillerato (enseñanzas académicas) o a la Formación Profesional (enseñanzas aplicadas)". El adelantar a los 14 años la toma de decisión del alumno sobre si su futuro será la FP o la  formación universitaria, no me parece que ayude a los estudiantes a labrarse un futuro mejor. A esas edades pocos tienen claro lo que quieren hacer y seguramente las familias con pocos recursos, optarán por la FP, hasta que ésta empiece a pagarse con un alto precio por la demanda que tendrá. Esto último es una apreciación personal. 

Finalmente, Wert nos deslumbró con su falta de sentido común en las becas Erasmus. Pese a que todos hablan de su alto coeficiente intelectual, dato que no me atrevo a rebatir, quisiera ahondar en la fallida relación que tiene el ministro entre la tan mencionada inteligencia y el sentido común. Recortando, se le fue la tijera y cortó los fondos a los estudiantes que ya estaban fuera cursando sus estudios. Hasta Bruselas tildó sus argumentos de "basura", asegurando que los fondos para dichas becas incluso aumentarían un 4% para 2014. Tanta fue la polémica, que pese a que le costó rectificar, por fin dio su brazo a torcer, asegurando que se había tratado de un error. Como otros muchos a los que no ha dado ese nombre...

Y de toda esta amalgama de decisiones sobre lo que debe ser la enseñanza pública y los recortes, me quedo con el criterio de Soledad Gallego-Díaz. El Ministro Wert debería recapacitar sobre si su ministerio debe basarse en los criterios del correspondiente a Montoro o basar sus decisiones en la importancia de la educación y la investigación, criterios sobre los que se asienta el crecimiento de cualquier país. Si realmente fuese Ministro de Educación, abogaría por defender el último céntimo destinado a su ministerio y no agachar la cabeza preparando una ley de recortes para adecuarla a los criterios del Ministerio de Hacienda. Quizás así se convertiría en un ministro controvertido para su presidente, por defender los intereses de los estudiantes por encima de otros criterios.

Desde luego, una ley aprobada por un solo partido y que carga con la promesa firmada del resto de grupos para derogarla en cuanto sea posible, no es buena. Una ley formada, redactada y aprobada sin tener en cuenta nadie, no puede ser justa. Una ley desprovista de consenso y de diálogo, no va a ser democrática.

La educación necesita una reforma, pero teniendo en cuenta a todos los actores que intervienen en la misma y consensuando los términos entre partidos. Aquí no hay debate, ni diálogo. 7 reformas educativas en 38 años de democracia no parece sensato. Señor, señor...