Hace un
tiempo fui al teatro para ver una obra "Escriba su nombre aquí" en la
Sala Triángulo y me hizo pensar en la reducción a la que se ve abocado el ser
humano en una sociedad donde, para unos eres un número de la Seguridad Social o
de un Documento Nacional de Identidad y para otros una persona con nombre raro
o una nacionalidad determinada. Si eres español, todos sabemos a grandes rasgos
tu perfil, al igual que tus rasgos y personalidad quedan perfectamente
definidos si naces en Estados Unidos, en Alemania o en China. Por supuesto,
todos sabemos que llamarte de una determinada forma te dota de mucha
personalidad o más bien poca, que ser alto favorece tu contratación laboral o
ser rubia y llamarte Jennifer te aporta unas características muy particulares.
En fin,
vivimos en una sociedad donde eres un nombre, varios números y una
nacionalidad. No se permite la descoordinación, porque ya estás definido por
muchas cosas. Se conoce a pies juntillas que hay que tener mentalidad alemana
para ciertos asuntos, en época de crisis es muy útil haber nacido en Cataluña y
para ser conciso o llegar a tiempo, sin duda los británicos.
¡Qué
cantidad de prejuicios asimilamos a lo largo de nuestra vida! Y qué poco
significamos en nuestro mundo, porque a veces sólo somos números y como mucho
gente rara.
Tanto que me
he reído en esta obra por ver reflejada una verdad con la lupa de la ironía y
ahora me veo meditando sobre el significado de lo que somos y lo que nos
valoramos como personas... Y más aún, al día siguiente me convierto en mi
propio centro de crítica al evaluar una opinión sobre la actual ley de
educación o Ley Wert, basándome en los prejuicios que tanto intento esquivar.
La frase de
eres lo que lees, no me satisface en absoluto. Quiero creer que nuestra mente va
más allá y no cree que todo lo que dicen los medios de comunicación es verdad y
eso que estudié periodismo. En realidad la verdad a medias de todos ellos,
sumada a tu propio criterio, suele dar buenos resultados y me quedo con una
frase de Jordi Évole: “Periodismo es publicar algo que alguien no quiere que se
publique. Lo demás son relaciones públicas.” Supongo que relaciones públicas
con un determinado partido político o sus afiliados. Al fin y al cabo de nuevo,
todos sabemos qué periódico debe leer uno o cuál radio escuchar si se es de una
determinada ideología, porque el resto son retorcidas verdades para contar lo
que un director de periódico cree.
La verdad es
un ente desnudo. Algunos la visten con un orden dando más importancia a unos
determinados criterios. Esos son los periodistas de información. Otros la
visten con sus mejores galas/palabras y tiñen su pelo con valoraciones
subjetivas. A estos los llamo periodistas de opinión. Una mayoría sin
cuantificar, la disfrazan de la garterana para que parezca lo que ellos
piensan. Estos son los periodistas de ideología. Y una minoría la encuentran
preciosa desnuda y tratan de contarla a través de las voces de sus
protagonistas, para que la sociedad saque sus propias conclusiones. Ellos son
periodistas sociales.
No trato de
discernir cuál es el mejor periodismo, sólo pretendo que seamos conscientes de
lo que leemos y sepamos obtener de ello nuestro propio criterio. Vestir a la
criatura de la forma que consideremos, pues la verdad, al igual que la
justicia, se interpreta.
Y dicho
esto, vayamos al prejuicio en el que caí aquel conflictivo sábado. Escuché
decir que con la Ley Wert si quieres estudiar tienes que aprobar y eso está muy
bien. Y ya son varias personas las que me dicen tal aseveración cargada de una
razón tan contundente, que no hay forma de modificar ese criterio. Como tampoco
entienden muy bien las manifestaciones de los estudiantes, pues aseguran que
tratan de que se les pague la educación haciendo el vago. Y claro, mi carácter
y yo saltamos a la vez. Tratándose de un lector habitual de cierto periódico,
enseguida dije que esa era una tergiversación de la verdad promocionada por
dicho medio. Pero reconozco que no está bien dicho.
Como decía,
hubo una persona que me dio una lección. Tú tienes tu opinión y yo tengo la
mía. No trates de convencerme de algo contrario a mi criterio, pues
discutiremos pero no llegaremos a convencernos mutuamente. Y tenía razón. De
momento no hay nadie que haya podido convencerme de que la Ley Wert es buena,
como tampoco que es conveniente aprobar una ley en educación sin consenso
suficiente para que venga otro partido a gobernar y de nuevo la cambie. Todas
estas idas y venidas suponen un gasto para el Estado y los españoles, que no
deberíamos asumir como correcto, además de la confusión que creas en el
alumnado. Desde luego, lejos de mejorar nuestro balance educativo con Europa,
lo empeora sustancialmente.
Para
intentar aclarar un poco las razones de las protestas estudiantiles y que no se
les vea como una panda de vagos sino como personas preocupadas por su futuro,
quiero ahondar en varios puntos con ejemplos:
1.- La
Universidad: Subida de tasas y modificación de becas - <<La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid
aprueba un aumento de las tasas universitarias de entre el 20 y el 27 %. Esta
subida se une a la del año anterior. En dos cursos, los precios de la matrícula
en la Universidad pública madrileña se han encarecido una media del 65,6
%.>> El estudiar dependerá de si tienes dinero o no, independientemente
de las becas de las que luego hablaré.
Además, si
suspendes en alguna asignatura y tienes que volverte a matricular, las
universidades pueden ir subiendo los precios, dependiendo si te has
rematriculado dos, tres o cuatro veces en dicha asignatura.
De esta
forma, sólo se permite tener un mal día, estar enfermo o no haber podido
estudiar lo suficiente por cualquier justificación motivada, a los que tengan
dinero. Si perteneces a una familia con pocos recursos, tu única opción es
aprobar, pues no podrás matricularte de nuevo en esa asignatura si no puedes
pagarla. Debe ser absolutamente delicioso estudiar bajo esta presión económica.
Los estudiantes con dinero pueden permitirse fallar, sin que resulte una falta
pues no dudo que tengan en su conciencia el dinero que cuesta estudiar.
Asimismo,
las Universidades en Madrid tienen la potestad de seleccionar el precio que más
les convenga. <<La Consejería de Educación de la Comunidad aprueba el
máximo, pero los centros tienen libertad para asumir un precio más bajo>>
De esta forma, dependerá de la universidad que selecciones el pagar más o
menos. Un sistema justo y adecuado para una sociedad en crisis.
Para obtener
una beca los alumnos deberán obtener una media de un 5,5 y un 6,5 para recibir
alguna ayuda económica directa, para desplazamientos o residencias, por
ejemplo. Hay que tener en cuenta que muchos estudiantes o una inmensa mayoría,
deben desplazarse para estudiar o incluso deben hacerlo fuera de la población
donde viven. Además, <<El Ministerio exigirá a los
alumnos aprobar el 100% de los créditos matriculados (el 85% en enseñanzas
técnicas) para poder renovar la beca.>>
En
Extremadura, por ejemplo, hay una universidad pública con cuatro campus en
Badajoz, Cáceres, Mérida y Plasencia. Dependiendo de la carrera que quieras
estudiar, debes dirigirte a un Campus u otro. Si eres de Santiago de Alcántara
y quieres estudiar Ingeniería Industrial, tienes que desplazarte diariamente a
Badajoz o buscar una residencia allí. En caso de tener escasos recursos, debes
tener en cuenta a una tierna edad que tu nota media debe ser de un 6,5 para
poder desplazarte a cualquier universidad pública, sin necesidad de pensar en
la carrera que quieras hacer. El mismo caso para poblaciones que se encuentren
en comunidades tan extensas como Andalucía, donde hay diez universidades
públicas o en Cataluña con ocho. Si no has nacido en una familia con recursos y
además no has sido un buen estudiante en el colegio, pero tienes un sueño o
meta profesional, puede que no puedas cumplirla porque el estado ha decidido
que tu trayectoria escolar no ha tenido el sello de la excelencia. Los
considerados malos estudiantes, tangan las razones que tengan para haberlo
sido, tendrán muy difícil el acceso a la universidad, aunque les den la vía de
la Formación Profesional. La cuestión es que no tendrán el derecho de elegir.
Quizás
algunos piensen que tendremos mejores resultados en la evaluación europea si
fomentamos la competitividad y premiamos a los buenos estudiantes, pero también
estaremos creando una alta tasa de personal cualificado para labores que no
desean desarrollar. Es decir, un grupo de personas sin recursos frustrados.
Este sistema
no lo entiendo. Las becas deberían concederse a personas sin recursos (el
sistema para demostrarlo hay que modificarlo), ya que conllevan la posibilidad
de estudiar si no tienes medios. Los estudiantes con escaso dinero tienen
derecho a que se les dé una oportunidad de tener un futuro igual de prometedor
que el resto. Hay que pensar en la cantidad de personas que tuvieron malas
notas en el colegio y luego acabaron siendo parte de la historia por sus
descubrimientos o excelentes empresarios. Eso no significa dar carta blanca a
nadie, sino elaborar un sistema adecuado que ayude a las personas que más lo
necesiten y tengan verdaderos deseos de estudiar.
2.- El Colegio: reválidas,
religión católica obligada y autonomía de los centros - La Ley establece el
sistema de reválidas al final de cada etapa, de manera que las dos últimas
serán al final de la ESO y al término del bachillerato. La nota media de ambas
será de un 70% la calificación obtenida para la primera y un 30% la reválida y
para la segunda un 60% a 40%. Lo más interesante se reelegirá a los
directores de los centros en función del trabajo realizado en el que se
incluirán los resultados de las reválidas. En mi opinión pasa de haber un
interés real en que los alumnos aprendan y lo hagan bien a jugarse el puesto si
tus alumnos no obtienen el resultado esperado y además crea competencia de
notas o porcentajes de superación entre los centros. No veo por ninguna parte
que se mejore el sistema de esta forma. Más bien creará colegios y alumnos de
primera y segunda categoría.
De nuevo me
viene a la cabeza la obra de teatro que mencioné al principio. Relegando a los
alumnos a pertenecer a un grupo, a un número o a otro. No me parece que se esté
creando un sistema equitativo con igualdad de oportunidades.
La religión
católica como asignatura obligatoria ha sido otro epicentro de discordia, pero
de este tema, sus consecuencias y los gastos que ocasiona al estado
aconfesional, ya hablé en la entrada "La locura de la tolerancia: religión y
estado".
El tercer
factor a tener en cuenta es la pérdida de funciones del consejo escolar,
formado por padres, alumnos y profesores, para dejar más poder a los directores.
Me parece interesante remarcar lo importante que era que las personas que pagan
la enseñanza, las que la reciben y aquellas que la imparten, colaboren en las
decisiones que les afectan y les preocupan. Para mí siempre fue la máxima
expresión de la democracia, pero parece que nos acercamos más a un sistema
dictatorial, donde una sola persona representa el máximo poder. Como si tuviera
mayoría absoluta para hacer y deshacer a su antojo y sin tener en cuenta a su
prole. Me suena...Pero no trato de criminalizar a los directores de colegio,
sólo el sistema que no permite una amplia participación de los actores del
mismo.
También
quisiera hacer una mención a la llamada "flexibilización de
trayectorias", con la que tratan de definir la separación de formaciones
acorde con las notas. A este gobierno se le da escandalosamente bien el uso de
eufemismos (véase la entrada "La política de los eufemismos").
Según indica
la LOMCE <<el cuarto curso de la ESO
tendrá un carácter orientador y se podrá cursar para la iniciación al
Bachillerato (enseñanzas académicas) o a la Formación Profesional (enseñanzas
aplicadas)". El adelantar a los 14 años la toma de decisión del alumno
sobre si su futuro será la FP o la formación universitaria, no me parece
que ayude a los estudiantes a labrarse un futuro mejor. A esas edades pocos
tienen claro lo que quieren hacer y seguramente las familias con pocos
recursos, optarán por la FP, hasta que ésta empiece a pagarse con un alto
precio por la demanda que tendrá. Esto último es una apreciación
personal.
Finalmente,
Wert nos deslumbró con su falta de sentido común en las becas Erasmus. Pese a
que todos hablan de su alto coeficiente intelectual, dato que no me atrevo a
rebatir, quisiera ahondar en la fallida relación que tiene el ministro entre la
tan mencionada inteligencia y el sentido común. Recortando, se le fue la tijera
y cortó los fondos a los estudiantes que ya estaban fuera cursando sus
estudios. Hasta Bruselas tildó sus argumentos de "basura", asegurando
que los fondos para dichas becas incluso aumentarían un 4% para 2014. Tanta fue
la polémica, que pese a que le costó rectificar, por fin dio su brazo a torcer,
asegurando que se había tratado de un error. Como otros muchos a los que no ha
dado ese nombre...
Y de toda
esta amalgama de decisiones sobre lo que debe ser la enseñanza pública y los
recortes, me quedo con el criterio de Soledad Gallego-Díaz. El
Ministro Wert debería recapacitar sobre si su ministerio debe basarse en los
criterios del correspondiente a Montoro o basar sus decisiones en la
importancia de la educación y la investigación, criterios sobre los que se
asienta el crecimiento de cualquier país. Si realmente fuese Ministro de
Educación, abogaría por defender el último céntimo destinado a su ministerio y
no agachar la cabeza preparando una ley de recortes para adecuarla a los
criterios del Ministerio de Hacienda. Quizás así se convertiría en un ministro
controvertido para su presidente, por defender los intereses de los estudiantes
por encima de otros criterios.
Desde luego,
una ley aprobada por un solo partido y que carga con la promesa firmada del
resto de grupos para derogarla en cuanto sea posible, no es buena. Una ley
formada, redactada y aprobada sin tener en cuenta nadie, no puede ser justa.
Una ley desprovista de consenso y de diálogo, no va a ser democrática.
La educación
necesita una reforma, pero teniendo en cuenta a todos los actores que
intervienen en la misma y consensuando los términos entre partidos. Aquí no hay
debate, ni diálogo. 7 reformas educativas en 38 años de democracia no parece
sensato. Señor, señor...