señor, señor

lunes, 16 de septiembre de 2013

LA LOCURA DE LA TOLERANCIA: RELIGIÓN Y ESTADO



Que una determinada religión sea una cuestión de Estado y que forme parte de la educación de un país, en mi opinión es un hecho tremendamente desatinado. Siendo un tema tan espinoso y sensible para una parte de la población española, procuraré ser lo más considerada posible, sin entrar en la ética que tanto promulga la religión católica de respeto y tolerancia con el prójimo, pues creo que son valores que se aprenden socialmente, sea de la ideología que sea el entorno que te rodee.

He conocido personas malvadas, jactándose de ser buenos cristianos, sobre todo los domingos, y excelentes seres humanos procedentes de culturas y religiones diferentes. Durante años hemos escuchado el mensaje falso y nocivo sobre un enemigo del mundo occidental encubierto con la capa del islam. Parece que la religión se convierte en un motivo de guerra encubierto. En mi opinión ha sido EEUU y más abruptamente el Sr. George W. Bush, quien ha organizado este mal llamado choque de civilizaciones en beneficio económico propio, por el petróleo, claro. Así uno puede llegar a la conclusión de que la estrategia del miedo basada en la inseguridad de que otras culturas o religiones te pueden destruir o mejor, pueden devastar a tu familia, conduce a guerras innecesarias y al estrago de aquellos que se encuentran en medio de una polémica que ni han creado ni quieren ni entienden. Luego la religión no es buena para la política y no es cabal hacerla partícipe del crecimiento de un Estado que debería ser libre en todas sus dimensiones.

Pero de la política del miedo y sus ventajas para unos pocos con visión imperialista, podría hablar en otra entrega. Lo que es España o debería ser según la Constitución española es de lo que quiero tratar. Algunos aseveran que España es laica y, por lo tanto, independiente de cualquier confesión u organización religiosa. Esto quiere decir que las autoridades políticas no se deben adherir públicamente a ninguna religión. Sin duda es la opción más independiente y que no acepta dudas al respecto. Quizás sea la versión a la que tenemos que intentar llegar, aunque creo que no se acomoda a la realidad actual.

Personalmente opto por pensar que España es aconfesional, es decir, que el Estado no pertenece a ninguna confesión religiosa. Como he comentado antes, esto no quiere decir que sea la mejor opción, sino que es la que más se ajustaría a una actualidad que poco a poco voy viendo borrosa. La Constitución española se basa en la neutralidad del Estado, pero permite o fomenta la colaboración con las diferentes confesiones religiosas para que puedan desarrollar sus actividades de forma libre.

Quizás ahora sea algo radical el concepto laicista, pues algunos expertos opinan que entraría en contradicción con el artículo 16.3 de la Constitución española que asegura la libertad de religión.  Esto ya implica el reconocimiento de una o varias religiones en el Estado, lo cual sería discordante con el laicismo al permitir la neutralidad pero no la indiferencia total.

La igualdad y no discriminación en función del sexo o la religión, también nos da una idea del peso que tiene en el Estado. El laicismo no puede contemplar discriminaciones sobre un concepto que en sí misma no adopta.

Por otra parte, en el artículo XXVII del acuerdo entre la Santa Sede Apostólica y el Estado Español indica que <<los planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Grados de Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas edades, incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales>> Esta aseveración no revela un Estado aconfesional ni por supuesto laico. Si bien es cierto que asegura no tener carácter obligatorio, sí se equipara con el resto de asignaturas, por lo que está obligando al sistema educativo a crear una asignatura "neutral" para quienes no quieran recibirla. Se manifiesta el derecho a recibir educación católica con medios públicos u otra materia que se modifica con cada gobierno de turno o se crea de la nada.

De cualquier forma, lo importante es que el Estado debe garantizar el derecho a la educación estableciendo unos medios de control de calidad en aquellos centros dependientes de él. Lo que no puede pretender es ofrecer garantías educativas para una determinada confesión religiosa,  pues anularía el preciado estatus de neutralidad. Además, no es comprensible hacer pagar a todos los españoles la educación religiosa de los que quieran tenerla y los que optan por no compartirla. Tampoco es viable asumir esos costes cuando el actual gobierno está argumentando recortes educativos por falta de medios económicos.

Para aderezar esta aseveración, se cree que <<el Estado aporta 500 millones de euros para pagar los sueldos de 33.440 profesores de religión, más 17 millones de euros para los sueldos de capellanes en cuarteles, hospitales y cárceles. A esto hay que añadir las indemnizaciones que ha tenido que abonar el Ministerio a los catequistas, en respuesta a sus reclamaciones>>

No queriendo hacer demagogia, la realidad es que si no hay presupuesto para favorecer las mejoras necesarias en la educación y desarrollarla en los conceptos educativos básicos, no veo porqué sí existen medios para una asignatura no obligatoria. No hay dinero para reforzar la labor del profesorado en matemáticas o lengua, pero sí para contratar los profesores que nos indique la Iglesia católica como apropiados para tal efecto. Como he comentado antes, existe un tratado firmado que habla sobre la necesidad de desarrollar y educar en dicha fe, pero también se dice que en un periodo de tres años, la financiación de la Iglesia católica se haga voluntariamente en la declaración de la renta de personas físicas y hoy en día, hay una partida <<en concepto de su actividad asistencial, labor docente y conservación del patrimonio histórico-artístico>> que parte del Estado.

Esta cantidad es independiente de la asignación que cada español que lo desee ofrece a través del IRPF, seleccionando la casilla "Iglesia católica". De hecho, aunque selecciones la casilla de "otros fines de interés social", parte de tu dinero sigue derivándose a la Iglesia católica a través de Cáritas, siendo supuestamente exclusivo para un fin social.

Asimismo, navegando por la web, encuentras numerosas opiniones sobre esta cuestión y conclusiones muy claras: <<si el dinero asignado a la casilla de la Iglesia católica lo resta Hacienda de los ingresos públicos totales, creyentes y no creyentes siguen contribuyendo al sostenimiento del catolicismo.>> Esto por supuesto, en detrimento de otras religiones con las que el Estado tiene acuerdos y no gozan del privilegio de la asignación en el IRPF.

En resumen, la Iglesia católica recibe el 0,7% de la famosa casilla para financiar la estructura de su organización y una porción del otro 0,7% destinada a "otros fines sociales". Desde luego tiene todas las ventajas que no tienen otras organizaciones o entidades de otras religiones.

Me llama la atención el apartado que indica que << la Iglesia católica declara su propósito de lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades.>> Me da la impresión, después de más de 30 años de propósitos, que los cubren sobradamente, pero claro depende de lo que entendamos por necesidades. Casi es mejor no cumplir con la intención y seguir con la forma que les favorece más.

No quiero ser el estandarte del agnosticismo o la abanderada que lucha contra la religión católica, pues respeto cualquier creencia, pero quiero poner sobre la mesa el tan necesario sentido común.  En mi opinión la Iglesia católica debería pagar a sus profesores y los medios materiales, estableciendo la asignatura de religión como una asignatura extraescolar para aquellos alumnos que, estudiando en un colegio público, quieran desarrollar esta materia. Dejo en el aire el hecho de utilizar o no las instalaciones,  pues no quisiera ser excesivamente meticulosa. Si la Iglesia católica tiene tanto interés en aleccionar a sus adeptos, que lo hagan con sus medios económicos y no con los de todos, independientemente de que queramos o no que nuestros hijos desarrollen esa vertiente religiosa.

En un Estado neutral, pues así queda expresado en la Constitución española, la Iglesia católica tampoco paga ciertos impuestos y cuando se habla de recaudar el IBI de las numerosas propiedades que tienen, con un fin recaudatorio y beneficioso para todos o incluso para partidas como la educación o la sanidad, amenazan con retirar las ayudas de Cáritas a las personas más desfavorecidas. Sin duda un acto misericordioso y coherente con sus enseñanzas, quitar la ayuda a los que más lo necesitan y no tocar otros gastos como los dedicados a sus vanagloriadas vestimentas, joyas, alojamientos o viajes notorios para suministrar esa fe tan necesaria.

Para tantear los números, se calcula que <<la exención de impuestos le supone un ahorro a la Iglesia de 750 millones de euros, considerados a efectos de estos cálculos como una ayuda más del Estado a la Iglesia>>

Llegados a este punto, quería también expresar la idea contraria sobre la relación entre el Estado y la Iglesia católica. Aluden a la gran labor realizada socialmente, a que reciben sólo las subvenciones y los derechos de otras asociaciones de ámbito social y no lucrativas y además, indican que <<son cerca de 14.000 millones de euros lo que la Iglesia ahorra al Estado en la prestación de los servicios y atenciones que corresponderían desarrollar a las Administraciones públicas>>.

Dadas las cifras anteriormente mencionadas, los beneficios que se obtienen y la falta de los mismos que tienen las asociaciones mencionadas, pues no reciben el 0,7% íntegro que recibe dicha confesión religiosa, creo que no es cierto, como tampoco lo es que haya un ataque frontal y desmesurado contra el catolicismo por parte de la izquierda. En mi opinión, se trata de ajustarse al momento actual para afirmar que no es de rigor solicitar un esfuerzo a los ciudadanos y no hacer lo propio con una entidad que cuenta con bastantes más recursos a nivel mundial, que una persona de a pie. Simplemente, me parece injusto y contradictorio con las doctrinas que promulgan.

No se trata de ningunear a una confesión religiosa. Utilizando el sentido común se saca en conclusión que en el Estado Español, la Iglesia católica no tiene los mismos beneficios (de cualquier tipo) que otras confesiones y otras entidades de ayuda social, que desarrollan una labor digamos tan importante como ellos. Y contra esto, creo que no hay lugar a dudas. Luego podremos entrar las cifras sobre sus feligreses, pero estaremos ahondando también en el poder y la extensión de dicha confesión religiosa para poder inculcar su fe a una mayoría aplastante.

Continuando con las cifras, finalmente, profundizaré sobre la famosa dotación con la que cuentan por la asignación marcada en el IRPF. Según el periódico El País, la Iglesia católica recibió 159 millones de Euros en el año 2010, en el 2011 y la misma cantidad en 2012, sin sufrir los recortes que han existido en otras partidas. El resto de porciones que recibe por unos conceptos u otros, en mi opinión es confuso y desmesurado en cualquiera de los números que he visto. Pienso en la cantidad de discursos que he oído a lo largo de mi vida sobre lo importante que es ayudar sin ánimo de lucro. Predicar con el ejemplo...

Algunos pensaréis que hay muchas personas beneficiándose de las ayudas de la Iglesia católica, que sostiene a familias al borde de la desesperación. También lo hacen otras organizaciones sin esas enormes ayudas económicas y pocos las defienden o hablan de ellas en los telediarios con tanta pasión.

El Estado debería ser libre y laico. La Iglesia católica debería sostenerse por sí sola y la contribución privada de sus fieles, cifra que no he mencionado aquí, pues se desconoce realmente y supongo que no interesa que se haga pública.

Quizás las religiones no sean adversas en sí mismas y sí lo sea el uso que el ser humano hace de ellas (normalmente en beneficio propio). Las utilizan para sembrar el miedo, con el fin de provocar guerras y/o ganar dinero, para empobrecer al ser humano y manipularlo a su antojo e incluso para coartar libertades. Es cuestión de interpretar de una forma u otra los textos, que por otra parte vienen de épocas remotas, donde el contexto, la vida y las sociedades eran totalmente diferentes.

Las religiones pocas veces evolucionan o lo hacen a un ritmo inapropiado. No se ajustan a la realidad del momento, son inmovilistas y susceptibles de cualquier interpretación. El poder sugestivo o de palabra de las personas que las utilizan es inmenso y jugoso. Por eso, en mi opinión, las religiones no deberían formar parte de las decisiones o la economía de un país. Sus ciudadanos, siendo liberados por el estado, tendrían que poder elegir su religión y su residencia dentro del globo.

En un utópico mundo, no existirían países para judíos, islamistas, católicos etc. Debería existir uno para todos ellos. Mientras la religión y el estado vayan de la mano, esto seguirá siendo mi sueño y nada más. Bienvenidos a la locura de la tolerancia.